- ¡Buenos días, chicos! Tengo que deciros que esta mañana vengo como unas castañuelas de contento. Estáis hechos unos linces. He estado revisando vuestros trabajos con los mapas conceptuales y la verdad es que os habéis esforzado un montón. Os felicito. Y mira que al principio, según os explicaba vuestra tarea, me estaba dando la impresión de que estabais siendo un poco gallinas.
- ¡Eh, profe! Que yo me ofendo, en todo caso soy un gallo, ja, ja, ja.
- Sí, de corral, porque otra cosa... ¿No salen aquí ya muchos animales, Manuel? ¡Esto se va pareciendo a un zoológico!
- Pues, efectivamente, Clara. Pero era algo intencionado. ¿Por qué Sergio no quiere ser gallina y sí gallo? ¿Os molesta si os digo que sois unos linces? ¿Sería igual que decir que sois unos perros? Ya conozco vuestra respuesta, así que no os alborotéis. Evidentemente, unas palabras os parecen positivas y otras, en cambio, adquieren un valor negativo. Es lo que denominamos connotaciones o, lo que es lo mismo, significados subjetivos que damos a las palabras. Y ahí empieza vuestra labor...