Los elementos de un ecosistema, biotopo y biocenosis, se relacionan entre sí en un complejo entramado de interacciones entre sus componentes. Como consecuencia, las poblaciones de organismos se adaptan al medio ambiente que les rodea y a sus condiciones, tanto biológicas, como físico-químicas.
Pero si los factores del medio cambian, por ejemplo un aumento de salinidad en el agua o la introducción de un contaminante, pueden influir negativamente en las poblaciones que viven en ese medio y, como consecuencia, desequilibrar todo el ecosistema. Las plantas, por ejemplo, necesitan luz, agua y nutrientes del suelo. Si hay un cambio en cualquiera de estos factores (poca insolación, no llueve o lo hace de forma excesiva…), afecta a su crecimiento y expansión.
Los factores abióticos del medio no sólo regulan las poblaciones en un ecosistema, sino que también influyen en el equilibrio y las interacciones entre los propios seres vivos, como las relaciones alimentarias o la competencia por los nutrientes o por la reproducción.
Si los factores ambientales son los óptimos para el desarrollo de un ser vivo, favorecen el crecimiento de ese organismo en ese biotopo. Pero si alguno de esos factores impide el crecimiento de una especie, se habla de factor limitante.
Hay especies que son muy tolerantes y otras muy sensibles a los cambios del medio. Los seres vivos cosmopolitas son capaces de adaptarse a ambientes muy diversos y, por lo tanto, capaces también de extender sus poblaciones en ecosistemas cambiantes. Otros, sin embargo, son muy sensibles a los cambios ambientales y solo habitan ecosistemas muy determinados.
En esta tarea trabajaremos los factores limitantes abióticos.