La necesidad de generar autonomía
La idea de trabajar inicialmente sobre la autonomía de los alumnos surge de la necesidad de dar un salto hacia propuestas metodológicas más complejas y de carácter más activo. Hoy en día enfoques como el Aprendizaje Basado en Proyectos, el Flipped Learning, el Aprendizaje-Servicio o el Aprendizaje Cooperativo (por citar algunos) son considerados por la gran mayoría de docentes como los más eficaces a la hora de conjugar aprendizaje y motivación. Sin embargo, parece que no siempre suelen funcionar a la primera y cabe preguntarse... ¿por qué?
Es preciso asumir que el verdadero desafío que plantea el cambio de paradigma al que se enfrenta la Educación en la actualidad radica en convertir al estudiante en un agente activo y plenamente consciente de su proceso de enseñanza y aprendizaje. En este sentido, las metodologías activas son el enfoque que mejor se adapta a este escenario, sin embargo, en España no se han llegado a implantar por completo, y donde se ha hecho a veces esta implantación se ha llevado a cabo de manera poco lógica, planteado soluciones cosméticas basadas en los aspectos más lúdicos y superficiales de estas metodologías (como el juego, el uso de las TIC, etc.); sin demasiado sustento pedagógico. Por ello, antes de embarcarse en un proceso de cambio tan abismal quizá habría que reconsiderar los plazos y establecer un proceso de transición más realista.
En conclusión, no parece aconsejable tratar de implantar cambios radicales orientados en la búsqueda de esas metodologías activas sin más, sino establecer puentes que faciliten una transición agradable hacia el cambio para que todos los implicados (alumnado, profesorado y familias) puedan disfrutar de las ventajas que sin duda ofrecen estos enfoques más participativos. Además, si asumimos que la variable crítica común que está presente en todos ellos es la autonomía del alumno (Casado, 2018), entenderemos que es precisamente por aquí por dónde debemos comenzar este cambio. Y precisamente por esta razón todas las actuaciones que conforman el MITAA giran en torno al principio de autorregulación del aprendizaje, actuando ésta como eje estructural en la que se apoya todo el proceso de transición.