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Autonomía y autorregulación

La necesidad de generar autonomía

La idea de trabajar inicialmente sobre la autonomía de los alumnos surge de la necesidad de dar un salto hacia propuestas metodológicas más complejas y de carácter más activo. Hoy en día enfoques como el Aprendizaje Basado en Proyectos, el Flipped Learning, el Aprendizaje-Servicio o el Aprendizaje Cooperativo (por citar algunos) son considerados por la gran mayoría de docentes como los más eficaces a la hora de conjugar aprendizaje y motivación. Sin embargo, parece que no siempre suelen funcionar a la primera y cabe preguntarse... ¿por qué?  

Es preciso asumir que el verdadero desafío que plantea el cambio de paradigma al que se enfrenta la Educación en la actualidad radica en convertir al estudiante en un agente activo y plenamente consciente de su proceso de enseñanza y aprendizaje. En este sentido, las metodologías activas son el enfoque que mejor se adapta a este escenario, sin embargo, en España no se han llegado a implantar por completo, y donde se ha hecho a veces esta implantación se ha llevado a cabo de manera poco lógica, planteado soluciones cosméticas basadas en los aspectos más lúdicos y superficiales de estas metodologías (como el juego, el uso de las TIC, etc.); sin demasiado sustento pedagógico. Por ello, antes de embarcarse en un proceso de cambio tan abismal quizá habría que reconsiderar los plazos y establecer un proceso de transición más realista.

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Óscar Casado. Utilidad de la autorregulación y la autonomía como elementos clave para la transición educativa hacia propuestas de aprendizaje basadas en las metodologías activas (CC BY-SA)

En conclusión, no parece aconsejable tratar de implantar cambios radicales orientados en la búsqueda de esas metodologías activas sin más, sino establecer puentes que faciliten una transición agradable hacia el cambio para que todos los implicados (alumnado, profesorado y familias) puedan disfrutar de las ventajas que sin duda ofrecen estos enfoques más participativos. Además, si asumimos que la variable crítica común que está presente en todos ellos es la autonomía del alumno (Casado, 2018), entenderemos que es precisamente por aquí por dónde debemos comenzar este cambio. Y precisamente por esta razón todas las actuaciones que conforman el MITAA giran en torno al principio de autorregulación del aprendizaje, actuando ésta como eje estructural en la que se apoya todo el proceso de transición.

Encuadre curricular

El marco de referencia establecido por las políticas de convergencia europeas en materia de educación pretende que los sistemas educativos logren que los estudiantes adquieran las habilidades que les permitan llevar a cabo un aprendizaje permanente a lo largo de la vida (o long-life learning) (OECD, 2002, 2005; European Council, 2006).

Con el objetivo de facilitar su desarrollo en los centros escolares, las instituciones europeas concretaron una serie de dominios competenciales (Key Competences) que posteriormente los países participantes incorporaron en sus currículos de formas diversas. La adquisición de estas competencias por parte del alumnado tiene una importancia capital, ya que son consideradas como el conjunto de aprendizajes “que todas las personas precisan para su realización y desarrollo personal, así como para la ciudadanía activa, la inclusión social y el empleo” (Parlamento Europeo, 2006). En el caso español, la LOE (2006) introdujo el concepto de “competencias básicas”, que fue actualizado posteriormente por la LOMCE (2013) empleando una traducción más fiel a la original: “competencias clave”.

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Cedec. Competencias clave (CC BY-SA)

Ambas iniciativas concretaron las orientaciones europeas generales identificando una serie de competencias entre las que se encuentran la Autonomía e iniciativa personal y el Sentido de la iniciativa y espíritu emprendedor. A la vista de la descripción exhaustiva de las mismas recogida en la Orden ECD 65/2015 para el caso español, es precisamente este el canal más directo por el cual acceden tanto la autonomía como la autorregulación del aprendizaje al currículo educativo de todas las áreas, quedando así justificada la implantación de estrategias dirigidas a su desarrollo (como puede ser el MITAA).

Una secuencia de 15 pasos

Ok, estamos convencidos. Pero... ¿por dónde empezamos?

Cualquier intervención en el contexto educativo que pretenda ser mínimamente seria y tener un cierto rigor científico debe tener un orden. En este sentido, el MITAA plantea una serie de estrategias cuya adecuada organización e implementación en el momento oportuno son críticas. La secuencia que se describirá a continuación no es algo aleatorio sino que responde a un proceso de reflexión profundo sobre las consecuencias y derivadas de cada movimiento. Está a punto de comenzar una partida de ajedrez... ¿Te apuntas? 

15 pasos
Óscar Casado. Pasos del modelo MITAA (CC BY-SA)