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Introducción al MITAA

Marco conceptual

Bien, vale, de acuerdo. Estamos convencidos y preparados para empezar este viaje. Pero... ¿Qué es esto del MITAA? ¿De dónde sale? ¿En qué evidencias se basa? 

La estrategia más representativa y que mejor engloba al conjunto de propuestas que plantea el MITAA es, sin lugar a duda, la autorregulación del aprendizaje. El MITAA se construye en torno a este concepto que podría definirse desde dos perspectivas: bien desde un punto de vista evolutivo (como una habilidad a desarrollar) o bien desde el punto de vista funcional (como una estrategia de aprendizaje a aplicar). Así, en el primer caso, podemos decir que la autorregulación es una competencia compleja y multifactorial. Es el resultado combinado de una serie de procesos mentales (cognitivos, conductuales y motivacionales) y habilidades que proporcionan la autonomía suficiente al alumno para tomar decisiones inteligentes ajustando sus acciones a sus metas, consiguiendo así los resultados esperados de la forma más eficaz posible. Está íntimamente relacionada con el autocontrol y la metacognición, procesos complejos que constituyen lo que hoy conocemos como funciones ejecutivas y que nos permiten tomar conciencia de nuestras emociones y pensamientos con el objetivo de establecer metas, dirigir y reajustar nuestras acciones, medir sus consecuencias y ser eficaces en la consecución de nuestros objetivos (Marina & Pellicer, 2015). Dicho de forma más sencilla, se trata de habilidades que nos ayudan a regular nuestro comportamiento (Dawson & Guare, 2010, p. 1).

El funcionamiento de estos procesos de autorregulación responde a un ciclo cerrado de tres fases que se retroalimenta dando como resultado respuestas o producciones autorreguladas (Zimmerman & Moylan, 2009):

  • Fase de previsión o planificación: está referida a los procesos que preceden a los esfuerzos de la acción y preparan el escenario para ello. En ella se lleva a cabo el análisis de la tarea (identificando sus exigencias y su similitud con las experiencias previas desarrolladas), así como el proceso de contraste cognitivo que compara las exigencias detectadas con las creencias auto-perceptivas de la persona.
  • Fase de ejecución: esta fase involucra a los procesos que suceden durante la activación motora y que afectan directamente a la atención y a la propia acción. Intervienen en ella los procesos de autocontrol a través de distintas estrategias así como la monitorización del desempeño para evaluar y reevaluar constantemente los resultados que se van produciendo.
  • Fase de autorreflexión: está relacionada con los procesos que ocurren después de la ejecución. Afectan a la autoevaluación de la experiencia general, así como a las reacciones que el proceso global ha generado en la persona. Esta información será almacenada e influenciará los procesos de planificación de actuaciones futuras que sean catalogadas como similares, completando el ciclo de la autorregulación.

Si por el contrario, optáramos por la vía funcional, podríamos entender que la autorregulación, aplicada en el contexto escolar. es una metodología de aprendizaje (o autoaprendizaje) que el docente fomenta y posibilita gracias a las decisiones que toma en relación a aspectos como la organización de las tareas, el volumen de trabajo, los horarios, etc. Para Zimmerman (1994, 1998) la autorregulación es un conjunto dinámico de procesos específicos dependientes del contexto, que son selectivamente utilizados para lograr éxito en la escuela.. Esto implica que la calidad y el grado en que los alumnos pueden desempeñar los procesos implicados en la autorregulación dependen de una serie de elementos variables que afectan a la motivación del alumno, a la interiorización de las estrategias, a la experiencia, etc.

En el ámbito escolar, numerosos estudios han mostrado que las competencias de autorregulación constituyen un factor crítico para el aprendizaje y el rendimiento académico de los estudiantes (Núñez et al., 2006; Paris & Paris, 2001; Pintrich & DeGroot, 1990; Pintrich & Schrauben, 1992; Rosário, 2004; Rosario, Núñez & González-Pineda, 2004; Schunk & Zimmerman, 1998b; Zimmerman & Martínez-Pons, 1990). Por lo tanto, proporcionar al alumno la posibilidad de desarrollar su capacidad para autorregular su aprendizaje debería ser una prioridad. Zimmerman (2000) sintetiza la relevancia de este proceso al señalar que “quizá nuestra más importante cualidad como seres humanos es nuestra capacidad de autorregularnos” (p. 13).