Y finalmente, en el Paso 14 alcanzaríamos el punto cumbre en cuanto a dificultad organizativa de todo el planteamiento del MITAA ya que pasaríamos a exigir a los alumnos que realicen una planificación del trabajo completamente en grupo, es decir, estableciendo la misma secuencia de actividades para todos los integrantes del grupo y logrando que todos estén satisfechos y conformes con la propuesta.
Esto que a priori podría parecer algo imposible de lograr, no lo será tanto si hemos ido dando los pasos anteriores y siguiendo las indicaciones proporcionadas en cada uno de ellos. Si analizamos todo el proceso podremos ver que desde el Paso 7 hemos estado preparando a los alumnos para esto, desarrollando poco a poco de manera lógica y equilibrada los distintos requisitos que exigen tanto el trabajo autónomo como el trabajo en equipo. Por lo tanto, pedir a los alumnos esto no es una locura descabellada.
Pero obviamente, habrá conflictos. Claro que los habrá. El hecho de que todo se haya dispuesto para que los alumnos puedan aprovechar sus nuevas y recién adquiridas habilidades no implica necesariamente que vayan a hacerlo. De hecho es poco probable que lo hagan la primera vez porque realmente no son ni conscientes de que las tienen. Por eso resulta fundamental que el docente vaya incidiendo en sus avances cada vez que estos se van produciendo (es decir, cada vez que se dé un paso adelante deberíamos explicarles a los alumnos que lo hacemos porque ellos han demostrado que están preparados para darlo, que en el fondo, es la pura verdad).
De esta forma, tras las broncas y disputas iniciales (y gracias sin duda a la mediación del profesor, que irá proporcionando estrategias y consejos para la negociación según el caso) la maquinaria del trabajo en equipo se irá engrasando progresivamente hasta que finalmente los estudiantes hayan integrado por completo esta nueva forma de trabajar.
Como ya sucedió en el Paso 12, pero ahora con más intensidad, las conductas de ayuda y de apoyo espontáneo entre los miembros del grupo se incrementarán notablemente (incluso con los miembros de otros equipos). Esto es sin duda una consecuencia lógica a las condiciones de trabajo y al ambiente que hemos generado en el aula ya que los estudiantes habrán ido incorporando estas actuaciones de forma natural a su comportamiento habitual.
Llegados a este punto y dadas las capacidades alcanzadas por los alumnos podría ser un buen momento para incorporar estrategias y técnicas propias del Aprendizaje cooperativo (como por ejemplo, la asignación de roles). Esto, además de facilitar los procesos de revisión (ya que un alumno podría desempeñar esta labor antes de que llegue el docente a realizar el seguimiento de los planes del grupo) orientará a los alumnos hacia el salto definitivo a enfoques de aprendizaje activo más complejos.
