Es difícil que un alumno o alumna sea consciente de los múltiples factores que intervienen en el aprendizaje si nunca nadie ha orientado la mirada hacia alguno de ellos. Si queremos que nuestros estudiantes sean capaces de planificar su propio trabajo en el ámbito escolar es preciso que el docente haga algo antes de exigirles que planifiquen de forma autónoma. La autonomía no aparece sola, hay que trabajarla. Para ello, la primera vez que los alumnos se enfrenten a un plan de autorregulación no les vamos a exigir que se planifiquen sino que registren a posteriori lo que les ha dado tiempo a hacer.
De este modo, en esta suerte de Unidad 0, el docente irá marcando lo que tienen que hacer en cada momento (como se ha hecho toda la vida). Sin embargo, la presencia de los planes de autorregulación (vistos en el Paso 5), sumada a la reducción de las explicaciones magistrales del profesor (vista en el Paso 6), hacen que esta unidad ya no sea como las demás. Además, al finalizar cada día los alumnos tendrán que registrar en sus planes personales cuántas tareas de las que les ha mandado el profesor les ha dado tiempo a realizar. Si no han terminado, tendrán que acabar en casa (como siempre).
Lo importante en esta unidad no es que acaben o no, sino que se vayan haciendo conscientes de ciertos factores sobre los que hasta ahora no se habían parado a pensar y que resultan clave para que puedan trabajar y planificar de forma realista y autónoma:
- Saber identificar las exigencias de la tarea (dificultad, volumen, etc.)
- Conocer su aptitud para el trabajo (ritmo de trabajo, conocimientos, puntos fuertes y débiles, etc.)
- Valorar cuáles son sus cualidades volitivas (esfuerzo, sacrificio, motivación, etc.)
- Ajustar su autoeficacia percibida (capacidad para satisfacer las exigencias de la tarea)
- Etc.
Lógicamente habrá que adaptar el enfoque y el tipo de factor hacia el que el docente dirige la mirada de los estudiantes según su edad, pero la idea sería la misma en cualquier caso.