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Principios de actuación del MITAA

Principios de actuación del MITAA

En la actualidad existen grandes referentes que abogan por introducir elementos de carácter metacognitivo (como la autorregulación) en el aula. Sin embargo, esto es algo que de manera intuitiva ya planteó alguno de los grandes pedagogos del siglo XX. Un claro ejemplo de ello lo encontramos en Celèstin Freinet, quien basó todo su método en la autonomía del alumno y en su capacidad para autogestionar el tiempo y las tareas escolares. Empleó para ello planes de trabajo individualizados que pretendían garantizar dos objetivos: proporcionar libertad y autonomía a los alumnos, y generar una responsabilidad elevada en el cumplimiento de sus obligaciones. En este sentido, Freinet consideraba que la enseñanza tradicional basada en el autoritarismo generaba dependencia: “no saben tomar la iniciativa y esto les paraliza” (Freinet, 1962). Para acabar con ella diseña un documento que incorpora las tareas a realizar semanalmente y los resultados de aprendizaje de las mismas. Este plan “es el resultado de una organización metódica de la actividad individual dentro de un marco de la vida compleja del aula” (Freinet, 1964).

Más recientemente, los materiales para la reforma publicados por el Ministerio de Educación con motivo del lanzamiento de la LOGSE (más comúnmente conocidos como Cajas Rojas) recuperaron ese interés por la gestión del tiempo y los procesos de autorregulación en el aula, introduciendo en su libro sobre Orientaciones Didácticas para el segundo ciclo reflexiones tan interesantes como estas: "Estas situaciones de aprendizaje proporcionan al niño la posibilidad de planificar sus tareas escolares, teniendo en cuenta el tiempo de que dispone, la cantidad de tareas, sus preferencias en el orden y su propio ritmo de trabajo (…). Va siendo frecuente observar en aulas, con diferentes metodologías, rincones o espacios a los que libremente o por orientación del maestro los alumnos pueden acudir. En ellas se encuentran actividades diversas, diseñadas para que el alumno pueda resolverlas autónomamente. (...) En algunos de esos espacios se pueden ver listas de alumnos en las que anotan lo que han trabajado e, incluso, cómo lo han resuelto. En otros casos, los que llevan planes de trabajo de duración variable lo reflejan en un control Individual." (MEC, 1993, p. 278).

Existen hoy en día documentos gráficos que reflejan la existencia de esas aulas en las que se realizaba una decidida apuesta por los enfoques más abiertos, participativos y que fomentaban la autonomía del alumnado. En los siguientes enlaces puede verse un fragmento muy representativo de este tipo de aulas: 

El MITAA busca propiciar un ambiente de trabajo autónomo en el aula. Pretende construir un espacio-clase de confianza en el que exista la escucha activa y reflexiva de las explicaciones que realice el profesorado, pero al mismo tiempo el alumnado se muestre activo y participativo; sin miedo a intervenir ni a analizar críticamente la información que reciben y con capacidad e independencia para cuestionar y contrastar los aprendizajes que realizan siempre en situaciones reales y relevantes para ellos. Pretende que los alumnos sean capaces de gestionar de manera autónoma sus propias tareas escolares y las dificultades que puedan surgirles durante su realización, así como los conflictos que puedan tener con otros compañeros. Busca que los alumnos sean capaces de aprovechar el tiempo de clase ya sea trabajando de forma individual, en pareja o en grupo y que todo esto lo hagan sin elevar demasiado el nivel acústico de ruido de la clase (sin pretender en ningún caso llegar al silencio absoluto). Pretende, en definitiva,  recuperar, actualizar y poner en valor los planteamientos citados anteriormente y para ello, define una serie de principios de actuación que pretenden acotar y delimitar de manera clara hasta dónde llega y qué plantea exactamente su intervención.

Son los siguientes:

1. Intervención magistral reducida

Este primer principio de funcionamiento alude a la necesidad de reducir las explicaciones magistrales del profesorado. Está demostrado que este método de enseñanza solo es efectivo en situaciones muy concretas que pocas veces coinciden con las que se dan en las aulas de Primaria y Secundaria, por lo que se propone su sustitución por otras alternativas. Se plantea que las explicaciones magistrales se concentran en momentos puntuales de la unidad y siempre en una proporción menor que los tiempos de trabajo personal. Se trata de que el profesor intervenga poco ante el grupo-clase al completo y mucho más a nivel individual (resolviendo dudas puntuales en alguna actividad, aclarando contenidos, etc.).

2. Participación responsable en el aprendizaje

El modelo se asienta sobre la férrea convicción de que para desarrollar la autonomía de los alumnos (y de las personas en general) resulta imprescindible que éstos se sientan partícipes del proceso, y eso implica tener la posibilidad de asumir responsabilidades en el proceso. Estas responsabilidades pueden manifestarse de múltiples formas (a través de decisiones puntuales sobre la forma de trabajar, la carga de tareas o el lugar en el que se realizan). La aceptación de estas responsabilidades lleva implícita a su vez la aceptación de sus posibles consecuencias; lo que a su vez incrementa la implicación de los alumnos hacia el proceso.

3. Planificación autónoma del trabajo

Uno de los principios más importantes del modelo alude a la necesidad de proporcionar a los alumnos la posibilidad de planificar sus tareas escolares. Este procedimiento constituye una estrategia básica de autorregulación del aprendizaje y al mismo tiempo, una función ejecutiva clave para un adecuado funcionamiento autónomo de la persona.

En él se ven implicados distintos factores, como la percepción y el conocimiento que tienen los alumnos de sus propias características, la capacidad de anticipación que presentan o su habilidad para gestionar el tiempo disponible. Precisamente por ello ocupa un lugar central y destacado en el marco de aplicación del presente modelo.

4. Autogestión de los deberes escolares

Este principio es una consecuencia lógica de los dos anteriores, ya que una de las primeras decisiones que tendrán que tomar los alumnos en el marco de los procesos de planificación tiene que ver con la forma en la que gestionan las tareas escolares, siendo una decisión relevante el lugar en el que decidan hacerlo.

De esta manera, los alumnos decidirán libremente si desean llevar deberes para casa o no; siempre y cuando se comprometan a cumplir los acuerdos alcanzados en cada caso. Para ello deberán desarrollar una noción de responsabilidad y un compromiso muy elevados, que irán adquiriendo inevitablemente a partir de la utilización de estas estrategias de planificación.

5. Corrección autónoma de tareas

Siempre que sea posible, la corrección de las actividades más sencillas será desarrollada de manera autónoma por los alumnos, utilizando para ello solucionarios o fichas de autocorrección elaboradas para tal fin.

Esta medida permite aprovechar mejor los tiempos disponibles y hacer más efectivo y funcional el proceso de corrección. Además, permite a los alumnos ser más conscientes de sus errores y participar activamente en su corrección lo que incrementa la significatividad de ésta.

6. Utilización eficaz del tiempo

Este principio se encuentra dirigido tanto a alumnos como a profesores. En el caso de los estudiantes pretende remarcar la necesidad de que éstos dispongan de libertad para gestionar el tiempo según sus intereses y necesidades (tanto en el contexto escolar como en el doméstico). Se considera que de este modo los alumnos aprovecharán mejor el tiempo y el aprendizaje será más funcional y adaptado a sus individualidades.

En el caso de los docentes, este principio pretende asegurar el máximo aprovechamiento de las sesiones, haciendo hincapié en la necesidad de utilizar estrategias que eviten malgastar el poco tiempo disponible (colas para corregir, explicaciones magistrales repetitivas, etc.).

7. Evaluación continua y formativa

Los procesos de evaluación suponen un elemento clave para el modelo y condicionan su desarrollo de manera relevante.

Cualquier intento de cambio a nivel educativo debe afectar, en primer lugar, a los procesos vinculados con la evaluación, ya que, en caso contrario, cualquier iniciativa, por buena que sea, estará condenada al fracaso. Como consecuencia de ello, el modelo apuesta por un enfoque continuo y formativo de la evaluación en el que los alumnos recibirán un feedback constante y variado acerca de su trabajo durante el proceso de aprendizaje a través de la utilización de distintos instrumentos diseñados para tal efecto.

8. Aprendizaje contextualizado e individualizado

Este principio vendría a reforzar a los recogidos en las distintas normas legales que en materia de educación se han ido publicando durante las últimas décadas y que, sin embargo, a veces no se han terminado de materializar en las aulas.

Su cumplimiento en el marco del presente modelo asegura, entre otras cosas, que cada alumno recibe explicaciones individuales acordes a su nivel de comprensión, que los estudiantes realizan actividades variadas y adaptadas a sus dificultades específicas, que se respetan los distintos ritmos de trabajo de cada persona, etc.

Además, las tareas propuestas plantearán, en la medida de lo posible, situaciones prácticas en las que los alumnos tendrán la posibilidad de poner en práctica lo aprendido en contextos representativos para ellos.

9. Tratamiento inclusivo de la diversidad

Este principio se fundamenta, como en el caso anterior, en la propia ley educativa y trata de asegurar el cumplimiento de una premisa tan básica como es la atención a la diversidad.

La construcción del MITAA se asienta sobre el enfoque de diseño universal para el aprendizaje, desde el cual la inclusión del alumnado se afronta desde un planteamiento mucho más integrado que la tiene presente desde el origen del propio modelo.

Esta situación se manifiesta mediante la aplicación del MITAA en forma de medidas variadas que van desde el trabajo en el aula del profesorado de apoyo y refuerzo educativo (lo que garantiza un óptimo aprovechamiento de los recursos humanos dirigidos a atender a la diversidad) hasta la utilización de actividades flexibles cuya estructura permite adaptarse a distintas situaciones y contextos sin perder la esencia (edades, dificultades de aprendizaje, etc.).

10. Ambiente autónomo de trabajo

El modelo se fundamenta sobre la idea de que la autonomía no solo se desarrolla mediante la utilización y adquisición progresiva de estrategias de autorregulación, sino que también es posible incrementarla mediante la adecuada gestión de los espacios y los materiales del aula.

Como consecuencia de ello, la aplicación del modelo implicará la ubicación en el aula de distintos espacios para la realización de actividades diversas a los que los alumnos se podrán desplazar libremente, siempre y cuando no interrumpan el trabajo de sus compañeros. De igual manera, los materiales de trabajo necesarios para desarrollar cada actividad estarán siempre al alcance de los alumnos y se distribuirán de manera ordenada en los distintos espacios del aula habilitados para ello.

Estas medidas, entre otras, contribuirán a generar un aula autónoma que comenzará a trabajar de forma independiente sin estar tan condicionada por las órdenes del profesor.

Estos principios rectores constituyen el armazón sobre el cual se construye todo el dispositivo pedagógico que da lugar al MITTA. Su naturaleza hace que sean válidos para cualquier etapa y nivel educativo por lo que cualquier docente que desee ponerlos en práctica tan solo tendrá que realizar las correspondientes adaptaciones a la edad de los alumnos con los que vaya a trabajar.