Que la tierra retumbe bajo el peso de vuestra cabalgadura, que el cielo se cubra ante el avance de vuestras tropas, que la sangre del enemigo se hiele al oir vuestro nobmre, que vuestro reinado no conozca fin ni vuestra voluntad obstáculo alguno. A llegado la hora de mostrar vuestro poder y valentía.
Recabad ayuda entre vuestros aliados, planean la estrategia con esmero y golpead fuerte; porque, cuando las espadas entrechoque, la sangre derramada reclamará más sangre.