Jane Colden era una gran aficionada a las plantas. En los terrenos de su casa tenía un gran muestrario, pero no podía pasear sola, ya que vivía en una zona muy agreste y necesitaba estar acompañada cuando salía a explorar los bosques. Su gran pasión por la botánica le llevó a estudiar de manera autónoma libros y tratados sobre las plantas, así como a desarrollar todo su ingenio para conseguir que sus conocidos le trajeran gran cantidad de ejemplares vegetales.
Como puedes suponer, las entregas que le hacían no estaban seleccionadas, así que ella tuvo que desarrollar unos criterios de calidad para asegurar que los ejemplares estuvieran completos, en buenas condiciones y luego pudieran ser útiles para su herbario.
Es considerada la primera botánica estadounidense y su trabajo fue el único realizado por una mujer que está incluido en el libro en dos volúmenes Species Plantarum, publicado en 1753 por Carlos Linneo, siendo considerado como el punto de partida de la Nomenclatura botánica.