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El teatro renacentista

El teatro español renacentista comenzaría su andadura con una serie de escritores que denominamos como "la generación de los Reyes Católicos". Al etiquetar de renacentista la obra de estos autores, esto no significa que se pueden equiparar todos ellos o que respondan a un modelo único, pues muchos de ellos aún no han roto completamente con la tradición medieval tan arraigada, pero sí se nota ya la apertura hacia una nueva mentalidad. Ellos serán los que, poco a poco, irán construyendo y sentando las bases de lo que será el teatro moderno de España. El impulso del drama, como sucedió en otros géneros, provino del interés aristocrático por la cultura, por lo que aparecerá un teatro cortesano representado en los palacios.

Imagen de la entrada de la luz  y niebla en un soportal medieval
Bru-nO. Window (Pixabay License)

En la primera mitad el siglo XVI se pueden observar dos tendencias principales:

Por un lado, está  la continuidad del drama religioso medieval, con muchos elementos populares. Y, por otro lado, surge el drama profano, inspirado en obras grecolatinas y en la influencia de las compañías italianas que estaban por aquel entonces recorriendo España. Las primeras compañías surgieron por imitación de compañías italianas de la comedia dell´arte extendiendo su modelo cómico y popular.

A esta primera mitad pertenecen autores como Juan del Enzina, Gil Vicente, Lucas Fernández y Torres Naharro.

En torno a la segunda mitad del siglo XVI irá surgiendo un teatro profesional a cargo de compañías estables. Estas empiezan a representar en los primeros corrales de comedias, patios interiores de las viviendas en los que se había levantado un escenario. A esta segunda mitad pertenecen autores como Lope de Rueda o Miguel de Cervantes.

En esta centuria también se intentó adaptar el teatro español a la tragedia clásica mediante la imitación de los modelos grecolatinos para intentar satisfacer al público. Su principal novedad fue que añadirían temas propios de la historia nacional. El  escaso éxito de estas obras se atribuye a que sus autores fueron en su mayoría conversos o descendientes de ellos, ya que atacaban la forma de vida y la ideología del cristiano viejo. A este grupo pertenecen Lupercio Leonardo de Argensola y Juan de la Cueva, que introdujo como novedad el romance en el teatro (La muerte del rey don Sancho).

Todos estos intentos, en el siglo XVII, serán aprovechados, pero sobre todo mejorados, por Lope de Vega, quien, como veremos, forjará la fórmula definitiva de nuestro teatro.

Imagen de máscaras de teatro
ElisaRiva. Masks (Pixabay License)

De profesión: cómico

Trabajar en el teatro comenzó a ser una profesión algo más digna y estable en el siglo XVI. Los actores interpretaban personajes fijos (el fanfarrón, el bobo...), solían utilizar máscaras y recurrían a la expresión oral y al mimo más que a la palabra.

Existieron por aquellos entonces dos tipos de compañías: las compañías reales, que tenían autorización real y actuaban solo en la ciudad, y los cómicos de la lengua, que recorrían el país representando sus obras por los pueblos. Aunque en el siglo XVI existe un teatro religioso, de tradición medieval, y un teatro humanista, el verdadero teatro popular surge en las plazas públicas de la mano de los cómicos.

En estos espacios aparecerán las obras que atraerán al espectador y que se agruparán en tres géneros: pasos, entremeses y comedias.

Fotografía de un bufón
tom1068. Jester (Pixabay License)

Los pasos

El paso es una breve composición en prosa que se intercalaba en los actos de las obras de teatro, con un argumento sencillo inspirado en los cuentos tradicionales. Los personajes eran fijos (como el bobo o el fanfarrón) y el centro de la acción es la burla. En el paso se desarrolla una imagen de la vida cotidiana, deformando la realidad para divertir al público. Son famosos los pasos de Lope de Rueda, como Las aceitunas o Tierra de Jauja.

Retrato de Lope de Rueda
Wikimedia Commons. Lope de Rueda (Dominio público)

Los entremeses

El entremés nace a mediados del siglo XVI y, en su origen, era una pieza de teatro cómico que se representaba en el marco de una obra de carácter más serio, pero cuya trama no tenía ninguna relación argumental con el resto de la obra. Aunque los rasgos propios de este género fueron marcados por Lope de Rueda, como la brevedad y la comicidad, podemos determinar más extensamente los rasgos de los entremeses gracias a Miguel de Cervantes. En estos,  la simpleza del bobo se transforma en necedad o credulidad, y todos los  personajes adaptan la lengua al estrato social al que pertenecen; de ahí, veremos en algunos entremeses un lenguaje marginal, propio de rufianes. Además, el autor de la obra propiciará los juegos de palabras para provocar equívocos.

Retrato de Miguel de Cervantes
Wikimedia Commons. Miguel de Cervantes (Dominio público)

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Lee el párrafo que aparece a continuación y completa las palabras que faltan:

En la primera mitad del siglo XVI existían dos tendencias principales en relación con el género teatral: por un lado, la continuidad del drama medieval, con muchos elementos populares, y, por otro lado, surge el drama , inspirado en obras y en la influencia de las compañías italianas que estaban por aquel entonces recorriendo España.

En torno a la segunda mitad del irá surgiendo un teatro profesional a cargo de compañías estables. Estas empiezan a representar en los primeros corrales de comedias, patios interiores de las viviendas en los que se había levantado un escenario. A esta segunda mitad pertenecen autores como o Miguel de Cervantes.

En esta centuria también se intentó adaptar el teatro español a la mediante la imitación de los modelos grecolatinos para intentar satisfacer al público. Su principal novedad fue que añadirían temas propios de la historia .

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Veis, aquí todos venís

ascuchar este villano.

Bobarrones

que cegáis con presunciones,

y vivís todos a'scuras;

que Dios reparte sus dones

por todos las creaturas.

Y ansí siento

que reparte con tal tiento

las mercedes Su grandeza,

que dio a mí en contentamiento

más que a otros en riqueza.

Pues, pobretos,

¿qué queréis: vivir sujetos

al mundo y a su cebico?

Que en mi tierra los discretos

al contento llaman rico.

Por probar,

ora os quiero preguntar:

¿quién duerme más satisfecho,

yo de noche en un pajar,

                        o el Papa en su rico lecho?                         

                                                                                                                Soldadesca, de Torres Naharro. Fuente: www.cervantesvirtual.com