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El latín y sus compañeros de viaje

Nuestra lengua romance

Teatro romano vacío al aire libre visto desde arriba
Pixabay / raulfc. Teatro romano (Pixabay License)

El castellano es una lengua romance, denominación que otorgamos a las lenguas que provienen del latín. A partir del siglo V con la caída del Imperio Romano, el latín culto comienza a declinar y, ya en el siglo IX, las lenguas romances empiezan a desarrollarse plenamente. En su mayor parte, el léxico del castellano está formado por términos patrimoniales, es decir, palabras con una gran evolución fonética desde el latín hasta el castellano actual, pero también cultismos, que son las palabras incorporadas desde el latín culto sin apenas modificación.

Aproximadamente el 70% del léxico de nuestro idioma procedería del latín, junto a un 10% proveniente del griego, un 8% del árabe y un 3% del gótico. Sin contar los préstamos lingüísticos modernos, que serán vistos más adelante, nos quedaría un 9% de palabras persas, germánicas o amerindias, que también forman parte de nuestro léxico desde hace ya varios siglos.

Transformaciones de nuestro léxico

Asientos de piedra del teatro romano de Mérida
Pixabay / Trapuzarra. Asientos en teatro romano (Pixabay License)

Son muchos los cambios fonéticos y morfológicos que observamos en el paso del latín vulgar al castellano. Algunos de los más sobresalientes serían: la desaparición de la mayoría de consonantes finales ("audaciam" - "audacia"); la desaparición de diptongos latinos -oe, -au, -ae ("poenam" - "pena", "causam" - "cosa") y, por otra parte, la creación de nuevos diptongos ("dentem" - "diente", "febrem" - "fiebre"); la desaparición de vocales interiores ("nobilem" - "noble"); la sonorización de varias consonantes ("capram" - "cabra"); la desaparición de numerosas consonantes interiores ("cadere" - "caer", "legere" - "leer", "tenebam" - "tenía"); la conversión de la efe inicial en hache ("ferrum" - "hierro"); la simplificación de consonantes geminadas ("narrare" - "narrar"), y un largo etcétera.

Por otro lado, como explicábamos anteriormente, una gran cantidad de léxico irá incorporándose a la lengua romance del castellano. Tres de los núcleos más importantes serían el celta, que podemos fechar entre el siglo VI a.C y el siglo I d. C., el euskera, cuyo origen todavía es un misterio para los lingüistas y que convive con el resto de lenguas de la península ibérica desde mucho antes de los romanos, y el árabe, que permaneció en la península ocho siglos, desde inicios del siglo VII hasta 1492.

Algunos ejemplos:

  • Celta: "abedul", "carro", "cerveza", "taladro", "losa", "zoquete", "batir", "camisa".
  • Euskera: "aquelarre", "chabola", "gabarra", "cencerro", "ganzúa", "mochila", "chatarra", "pizarra".
  • Árabe y mozárabe: "almohada", "alcohol", "algoritmo", "Alcántara", "Benicásim", "canuto", "corcho", "laurel", "botica".

Latinismos, cultismos, semicultismos y más

Hablamos de sustrato lingüístico cuando, en un proceso lento de conquista y asimilación de unas culturas por otras, la lengua de los pueblos conquistadores desplaza a la de los pueblos conquistados pero va reteniendo numerosas características de la lengua que es desplazada. Debido a ello, en el castellano, no solamente tenemos léxico proveniente de celtas, íberos, vascos o árabes, sino que podemos encontrar rasgos de la evolución de aquellas lenguas asimilados a la nuestra. Por ejemplo, anteriormente mencionábamos la aspiración de la efe inicial latina, cosa que muy probablemente sucede por influencia del euskrea, que rechaza ese fonema en inicio de palabra.

No obstante, nuestro principal esqueleto es el latín, y dentro del mismo podemos hacer las siguientes diferenciaciones en lo que se refiere a cómo se ha incorporado el léxico:

  • Léxico patrimonial: palabas evolucionadas desde el latín, que han sufrido numerosos cambios: "alma" proviene de "animam" y "enemigo" de "inimicum".
  • Latinismos: palabras y expresiones que pasan del latín al castellano sin cambio alguno: "a priori", "per capita" o "mutatis mutandis".
  • Cultismos: saltándose los cambios fonéticos históricos, estas palabras se adoptan del latín culto en distintos momentos de un castellano ya consolidado para hacer referencia sobre todo a aspectos relacionados con la literatura, la ciencia y las artes diversas: "doctum" nos daría "docto"; "citare" nos da "citar".
  • Semicultismos: presentan un estado de evolución fonética intermedio, como, por ejemplo, "siglo", que proviene de "seculus" y de haber seguido la transformación completa sería "sejo".
Inscripción latina grabada en piedra con roturas y desgaste
Flickr / kaeru. Inscripción latina en piedra (CC BY)

¿Verdadero o falso?

Indica si los siguientes enunciados son verdaderos o falsos.

Pregunta 1

Los términos patrimoniales proceden directamente del latín culto.

Pregunta 2

El 95% del léxico del castellano procede del latín.

Pregunta 3

En la evolución del latín al castellano desaparecen numerosas consonantes al final de palabra.

Pregunta 4

La influencia del árabe es limitada por la presencia de estos pueblos únicamente durante un par de siglos en la Península Ibérica.

Pregunta 5

Los latinismos son aquellos términos totalmente castellanizados que han sufrido los cambios fonéticos que conocemos.

Pregunta 6

Los semicultismos poseen una evolución fonética intermedia. No han sufrido todos los cambios que sí presentan las palabras patrimoniales.

Somos lexicógrafas y lexicógrafos

Duración:
15 minutos
Agrupamiento:
2 personas

Los alumnos se disponen en parejas. El profesor da una lista de palabras del castellano provenientes de distintos idiomas, en este caso, árabe, gótico, celta y euskera.

Palabras: "izquierda", "camino", "escanciar", "paella", "alcalde", "guerra", "chistera", "ganso", "braga", "órdago", "guitarra", "limón", "yelmo", "espita", "bacalao", "sirimiri", "blando", "ropa".

Los alumnos tendrán que buscar en diccionarios disponibles en internet, como el Diccionario de la lengua española de la RAE o diccionarios etimológicos, de qué lengua proviene cada una de estas palabras.

Antes de realizar la búsqueda, cada pareja apuntará acerca de cada palabra cuál cree que es su procedencia. Una vez terminada la búsqueda, los alumnos imaginarán algún motivo cultural por el que se pueden haber ido incorporando las palabras al castellano, es decir, una vez sepamos que el término "paella" procede del latino "patellam", el alumno podría argüir cómo hace dos mil años se llamaba así a un determinado recipiente de plomo, y que los guisos que en él se cocinaban recibían en numerosas ocasiones el nombre del continente, todo ello enmarcado en un campo semántico vivamente coloquial, el de la gastronomía, reuniendo muchas condiciones para existir en el latín hablado que va conformando las lenguas romances.

Los alumnos compartirán sus consideraciones y debatirán acerca de lo acertado o debatible de las mismas.

Para las búsquedas de las etimologías, se proponen:

Entrada principal de la sede de la RAE en Madrid
Flickr / asipos49. Sede de la RAE (CC BY-NC-ND)