Durante los primeros dos recursos de este itinerario, hemos aprendido la estructura interna de las palabras, aquellos elementos que constituyen las unidades mínimas con significado léxico o gramatical, así como las múltiples combinaciones que nos permiten crear más términos: los procesos de derivación, composición y parasíntesis, mediante los cuales otorgamos a nuestra lengua herramientas útiles para desarrollarla. No obstante, estos procesos se dan conforme el léxico va evolucionando, lo cual está motivado por todo tipo de causas culturales, sociales, económicas y, en definitiva, humanas.

Nuestro recurso, como veremos más adelante, comienza en el paso del latín vulgar a las lenguas romances, siendo una de ellas el castellano. Mediante la etimología podemos buscar el origen de nuestras palabras, tanto en lo que respecta a su procedencia geográfica como a su ámbito de uso, sin olvidar que, en el castellano, no solo encontraremos léxico proveniente del latín, sino que la huella de los celtas, árabes o visigodos, entre otros, continúa muy presente en nuestro día a día.

Es, pues, el momento de conocer aspectos del paso del latín vulgar al castellano, cuál es nuestro sustrato lingüístico, qué otras influencias hemos recibido y qué podemos esperar en el futuro. ¡Vamos allá!