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El texto teatral

El teatro es una mentira que parece verdad

¿A qué nos referimos cuando decimos la palabra teatro?

Significados de la palabra teatro: obra literaria, espectáculo, edificio y acción fingida.
Isabel Cortijo Delgado. Significados de la palabra teatro (CC BY-NC-SA)

La palabra teatro viene del griego y significa "mirar". La usamos para denominar las obras literarias que forman parte del género dramático ya que los textos teatrales se leen como el resto de géneros literarios. Sin embargo, a diferencia de la narrativa y la lírica, el teatro está pensado y escrito para ser representado. Por ello, también utilizamos la palabra teatro para designar a la representación teatral así como para referirnos al lugar donde se da el espectáculo: el teatro donde vamos a ver la representación, donde vamos a mirar a los actores y a asomarnos a la vida de esos personajes en vivo y en directo. Además, según la RAE, hacer teatro es también la "acción fingida y exagerada". Por ejemplo, cuando un futbolista se queja exageradamente de la falta que le han hecho podemos decir: "ese delantero hace mucho teatro en las faltas". 

Un futbolista tumbado en el suelo quejándose de su pierna derecha.
Pixabay / Planet_fox . Futbolista después de una falta (Pixabay License)

Desde los ritos del Paleolítico, los cazadores imitaban a los animales para celebrar la caza y, tiempo después, el chamán o sacerdote dirigía una ceremonia para comunicarse con los dioses. Podríamos decir que esos son los orígenes del teatro. Ya en la Antigua Grecia nació el teatro tal y como lo entendemos ahora: el público asiste a una puesta en escena en la que unos actores dan vida a los personajes que aparecen en el texto teatral interpretando sus conflictos humanos. 

En estas representaciones vemos que, además de las palabras, el teatro requiere usar otros códigos no verbales como el decorado, la ropa, el maquillaje y, por supuesto, los gestos. Generalmente en el teatro no solo importa lo que dicen los personajes sino también cómo lo dicen y lo que hacen. Los actores tienen que representar una historia como si la estuvieran viviendo en ese mismo momento. Por eso, decimos que el teatro es una mentira que tiene que parecer verdad. 

El texto teatral, que puede estar escrito en verso o en prosa, se concibe para ser representado ante un público porque reproduce el diálogo que tienen los personajes sin que haya un narrador que nos cuente la historia. Además del diálogo, el autor usa otro tipo de textos como el monólogo o los apartes. Delante de cada intervención de los personajes, aparece el nombre de quien habla en letra mayúscula. Por otra parte, con las acotaciones el autor introduce pautas para la representación que pueden ser matizaciones hacia los actores sobre cómo decir una frase o bien hacia el director para configurar el espacio escénico. 

Repasamos

Marca si estas afirmaciones son verdaderas o falsas: 

Pregunta 1

El texto teatral puede estar escrito en verso y en prosa. 

Pregunta 2

En las obras teatrales hay narrador. 

Pregunta 3

La palabra teatro solamente se usa para designar el género literario. 

Pregunta 4

El género teatral es un género literario destinado a ser representado. 

Pregunta 5

El teatro combina el lenguaje verbal y no verbal. 

¿Es teatro?

Lee este fragmento del guion cinematográfico de El laberinto del fauno y señala las similitudes y diferencias entre un texto teatral y un guion cinematográfico. 

Guion cinematográfico de "El laberinto del fauno"
Wikimedia Commons / Pelotica. El laberinto del fauno (CC BY-SA)

Texto infiltrado

Lee los siguientes fragmentos e identifica cuál de ellos no es un texto teatral. Justifica tu respuesta. 

Texto 1: 

BENVOLIO.—Dime en serio ¿a quién amas?
ROMEO.—En serio, primo, amo a una mujer a la que no podrán herir las flechas del amor, pues se ha protegido con la armadura de la castidad; no la convencerán las palabras de amor, ni los ojos seductores, ni el oro que compra a los santos.
BENVOLIO.—Sigue mi consejo, olvídala; no pienses más en ella. Dales a tus ojos libertad y mira a otras damas.
ROMEO.—El compararla con otras haría que su belleza resultara todavía más exquisita. El que ha quedado ciego no puede olvidar lo que significa ver. Adiós, puesto que no me enseñas a olvidar.
BENVOLIO.—Te enseñaré esa lección o estaré en deuda contigo hasta la muerte.

W. Shakespeare. Romeo y Julieta. Anaya. Clásicos a medida. 

Texto 2: 

El desayuno

Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».

Luis Alberto de Cuenca. "El desayuno". El desayuno y otros poemas.

Texto 3: 

DOÑA INÉS:  

[...] Tu presencia me enajena,
tus palabras me alucinan,
y tus ojos me fascinan,
y tu aliento me envenena.
¡Don Juan! ¡Don Juan! Yo lo imploro
de tu hidalga compasión:
o arráncame el corazón,
o ámame, porque te adoro.

José Zorrilla. Don Juan Tenorio. Fuente: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes