El panorama teatral de comienzos del siglo XX está determinado por el creciente poder de la clase burguesa, que controla la mayoría de los lugares de representación del momento, que eran, sobre todo, salas privadas. De ahí que la posibilidad de creación de obras en las que se pudiera atisbar una crítica a esta burguesía, que era la que tenía el poder, resultaba escasa.
Teniendo esta situación en cuenta, nos encontramos con una doble vertiente: autores que se pliegan a esta situación, que escriben un teatro de carácter comercial, y autores que quieren romper esta dinámica y no se limitan a escribir bajo el amparo del poderoso, a los que enmarcamos en una vertiente de renovación.
Dentro del teatro comercial nos encontramos obras más convencionales, que continúan el estilo del siglo anterior especialmente de Echegaray. El espectador de estas obras era, en general, de carácter conservador y no gustaba excesivamente de ideas innovadoras. Las representaciones tenían como finalidad principal entretener, distraer al público, para lo que utilizaban, por ejemplo, golpes de efecto con los que sorprender al espectador.
Se podría clasificar este teatro en tres bloques: comedia burguesa, teatro poético y teatro cómico.
- La comedia burguesa. Su máximo representante es Jacinto Benavente.
Este autor nació en Madrid el 12 de agosto de 1866. Comenzó la carrera de Derecho, pero, tras la muerte de su padre, la abandonó para dedicarse a la literatura y viajar. Aunque su primera obra fueTeatro fantástico (1892), la primera que llevó a escena fue El nido ajeno (1894), en la que criticaba el papel de las mujeres casadas en el seno burgués y, aunque fue alabada por algunos escritores, la obra no tuvo éxito, ya que el público la rechazó.
Es un momento importante para el autor, ya que tiene que decidir entre seguir en una línea crítica ante la realidad que vivía o alejarse de reivindicaciones para no "molestar" a nadie y ganarse el aplauso de las clases pudientes. Eligió optar por una línea menos comprometida, como se puede apreciar en sus dos siguientes obras, Gente conocida (1896) y La comida de las fieras (1898), aunque sigue habiendo atisbos de lo que se puede considerar una crítica en La noche del sábado (1903), Rosas de otoño (1905) y Los intereses creados (1907), su obra maestra, en las que advierte de la hipocresía de la burguesía pero de una manera más liviana que antes. Estas obras le supusieron un gran éxito, ya que al público de sus representaciones no le importaba verse criticado, pero hasta ciertos límites. En 1912 ingresa en la Real Academia y un año después escribe un drama rural, La malquerida, donde cuenta la cruel historia de un incesto. En 1922 recibe el Premio Nobel y, más tarde, fue nombrado Presidente Honorario de la Asociación de Artistas y Escritores Españoles. Murió en Madrid el 14 de julio de 1954.
Benavente logra acabar con la tendencia del drama del Romanticismo, presentando en sus obras ambientes cotidianos, con gran ingenio y manejando con maestría el arte del diálogo. En su gran producción teatral trata los temas de la sociedad de su época, exponiendo algunos de sus problemas, pero sin preocuparse por las soluciones, algo que le correspondía al espectador. Fue un escritor aclamado, de éxito, sacado a veces a hombros de las salas teatrales, a pesar de no gozar de mucha reputación por parte de escritores posteriores. Destacó por su ironía, su naturalidad, su ritmo y sus ya mencionados diálogos, llenos de vida, de observaciones y de críticas veladas.
- El teatro poético: Francisco Villaespesa, Eduardo Marquina y los hermanos Machado.
Este teatro en verso es de tendencia histórica y tradicionalista, un teatro en el que se alaba a las clases poderosas, a los nobles y a los burgueses. En esta línea se puede incluir a Francisco Villaespesa, entre cuyas obras podemos destacar: El alcázar de las perlas (1911), Doña María de Padilla (1913), Judith, tragedia bíblica en tres actos (1915) o La leona de Castilla (1916).
Eduardo Marquina escribe dramas basados en temas históricos: Las hijas del Cid (1908), En Flandes se ha puesto el sol (1911), su obra más célebre, o Teresa de Jesús (1933).
Manuel y Antonio Machado, ya estudiados en anteriores recursos a propósito de su obra poética, también cultivan este teatro poético, con obras como Juan de Mañara (1927) o su obra más famosa en este campo: La Lola se va a los puertos (1929).
- El teatro cómico: sobresalen los hermanos Álvarez Quintero, Carlos Arniches y Pedro Muñoz Seca.
Presentan un teatro humorístico, más cercano al pueblo y que goza del aplauso del público, siguiendo la línea de obras anteriores como La verbena de la paloma, que presentaba el Madrid castizo. En esta línea tenemos a los hermanos Álvarez Quintero, Serafín y Joaquín, andaluces que llevan al escenario su tierra, con obras plagadas de tópicos como el "salero" andaluz y su habla. Escribieron más de doscientas obras, entre las que se encuentran: La reja (1897), El ojito derecho (1897), El traje de luces (1898) o Los galeotes (1905), premiada como mejor comedia del año por la Real Academia. Se pueden apreciar estos rasgos en el siguiente fragmento de La zancadilla.
«ILDEFONSO: ¿Zí, verdá? (Tierno) ¡Qué cozitas pazan a ezas horas, mi arma!...
REFUGIO: Güeno, Irdefonso, pos no me engañe usté: ¿era usté, por casualidá, er que cantaba y er que tocaba?
ILDEFONSO: Yo mismito. Y zintiendo no zé un canario y no tené por istrumento un arpa.
REFUGIO: Es que me lo dio er corasón... Y si usté supiera una cosa...
ILDEFONSO: ¿Qué?
REFUGIO: Que estuvo en tanto así...
ILDEFONSO: ¿Que usté ze azomara?
REFUGIO: (Dejando la zalamería y turbando con la salida al galán) To lo contrario: que se asomara mi papá a tirarle una bota.
ILDEFONSO: ¡Je!... ¡Ez usté más guazona que la má! ¿No le agrada a zu papá de usté que a usté la ronden?
REFUGIO: Le gusta más que lo dejen dormí.
ILDEFONSO: ¿Y a usté... princeza?
REFUGIO: Yo sargo a mi papá.»
Carlos Arniches retrata el habla castiza madrileña, popularizando el estereotipo del "chulapo", como en El santo de la Isidra (1898). Destacan sus obras, Es mi hombre (1921), en la que critica el machismo, y sobre todo su mejor obra La señorita de Trevélez (1916), definida como tragedia grotesca, en la que critica a una burguesía que no tiene en consideración a nadie.
Cabe señalar el éxito de Pedro Muñoz Seca con su obra La venganza de don Mendo (1918), que pertenece al género del "astracán", denominado así por el propio autor, con la única intención de buscar la risa, la carcajada, a través de juegos de palabras, el decorado, los personajes... Es una de las obras teatrales más representadas en España. Podemos apreciarlo en este fragmento en el que D. Mendo y Magdalena hablan sobre el juego de las "siete y media":
Don Mendo y Magdalena:
… Hablamos… ¿Y vos qué hacéis?
Aburrirme… Y el de Vedia
dijo: No os aburriréis;
os propongo, si queréis,
jugar a las siete y media.
Magdalena:
¿Y por qué marcó esa hora
tan rara? Pudo ser luego…
Mendo:
Es que tu inocencia ignora
que a más de una hora, señora,
las siete media es un juego.
Magdalena:
¿Un juego?
Mendo:
Y un juego vil
que no hay que jugarlo a ciegas,
pues juegas cien veces, mil,
y de las mil, ves febril
que o te pasas o no llegas.
Y el no llegar da dolor,
pues indica que mal tasas
y eres del otro deudor.
Mas ¡ay de ti si te pasas!
¡Si te pasas es peor!