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El misterioso caso Lafarge

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Desgraciadamente, el uso de sustancias químicas para envenenar a personas ha sido más frecuente en la historia de lo que solemos pensar. A continuación, vamos a leer un texto sobre un misterioso envenenamiento ocurrido en el siglo XIX y que sigue sin resolverse. Este texto nos ayudará a aplicar nuestros conocimientos sobre la materia y sus cambios, además de permitirnos reflexionar sobre las características de la química como actividad humana.

Dibujo del caso Lafarge
Elena Eslava. El caso Lafarge (CC BY-NC-ND)

Una muerte en extrañas circunstancias  
Tras varios días con fuertes dolores en el bajo vientre y vómitos severos, Charles Lafarge fallecía el 14 de enero de 1840. Su fallecimiento y la sintomatología que lo rodeó podrían pensarse como consecuencia del brote de cólera que azotó Europa en la década de 1830. Sin embargo, el rápido deterioro del enfermo y la presencia de unos extraños residuos sólidos blanquecinos en sus tazas, entre otros enseres y dependencias, pronto apuntaron hacia el envenenamiento como posible explicación. Antes de su fallecimiento, la familia de Charles Lafarge ya había advertido el riesgo y, a principios de 1840, cuando Charles todavía vivía, se había analizado una de las muestras de polvo blanco localizadas. Cuando el boticario encargado de tal análisis lo calentó con carbón, se observó la aparición de un humo blanquecino y de un fuerte olor a ajo, pruebas de la presencia de arsénico, conocido como el rey de los venenos del siglo XIX. La familia no dudó en señalar a la posible causante de dicho envenenamiento: la esposa del entonces moribundo Charles Lafarge, Marie Lafarge. De nada sirvió mantenerla alejada de su esposo, el control de los alimentos y bebidas que se le suministraban o la aplicación de una sustancia llamada peróxido de hierro como contraveneno. La muerte de Charles Lafarge sobrevino a Marie, poniendo fin a su vida de tertulias con la gente más famosa de Francia. La elaboración de unos misteriosos pasteles que Marie habría enviado por correo a Charles antes de enfermar, cuando él se encontraba fuera del domicilio por asuntos comerciales, o la desaparición de unos diamantes en el domicilio de la familia Léautaud (donde Marie había participado en sesiones de magnetismo animal, una práctica que hoy relacionaríamos con el hipnotismo) y que fueron encontrados entre las pertenencias de Marie, no hicieron sino contribuir al misterio que rodearía al caso Lafarge desde el inicio del proceso judicial. 

 
 ¡Un químico español al rescate! 
La solución a este misterio llegó gracias a los experimentos de Mateu Orfila, químico español nacido en Mahón (Menorca) el 24 de abril de 1787. A sus 17 años partió a Valencia para estudiar en la Facultad de Medicina, donde aprendió mucha química. Después de Valencia, viajó a Barcelona y Madrid, pero decidió continuar su carrera profesional como químico en la capital francesa. En París, Orfila se convirtió en un personaje muy famoso, tanto por su trabajo como científico como por su dedicación a la música. Orfila se especializó en toxicología, la ciencia que estudia las sustancias tóxicas y sus efectos en los seres vivos. Es por ello por lo que, cuando comenzó el juicio del caso Lafarge, no dudaron en contactarle para resolver el misterio del envenenamiento. Para saber si Charles Lafarge había sido envenenado o no, Orfila debía encontrar arsénico en los restos del fallecido. Estos restos incluían partes del estómago, hígado, intestino, corazón y muslo de Charles Lafarge, además de tierra tomada de la tumba e incluso restos de vómito.


Un experimento para encontrar «la verdad»
Para saber si había o no arsénico en los restos anteriores, Orfila usó una técnica conocida como método de Marsh, llamada así en honor a James Marsh, quien la había diseñado en la década de 1830. Orfila conocía muy bien cómo usar esta técnica, ya que él mismo la había usado para determinar la presencia de arsénico… ¡En más de doscientos perros a los que él mismo había dado diversas cantidades del rey de los venenos! El método de Marsh consistía en producir gas hidrógeno (de fórmula H2) por reacción de metal cinc (de fórmula Zn) con una disolución de ácido sulfúrico (de fórmula H2SO4) en agua. Debido a la transformación de estas sustancias se producía «hidrógeno arseniado», sustancia que hoy llamamos arsano (AsH3). Esta sustancia gaseosa se descomponía al pasar por una llama, de modo que el arsano se transformaba en arsénico sólido, que quedaba depositado formando una especie de espejo sobre una superficie fría. Si después del experimento aparecía este espejo, no había duda: ¡había arsénico! Tras varios experimentos, Orfila llegó a la conclusión de que sí existía arsénico en el cuerpo de Charles Lafarge. Además, aseguró que el arsénico no procedía ni de las sustancias usadas en el experimento, ni de la tierra cercana al ataúd, ni de otras posibles fuentes: el arsénico le había sido suministrado a Charles Lafarge externamente… ¡Charles había sido envenenado! Por ello, Marie Lafarge, que había estado a punto de librarse de la pena, fue finalmente condenada. Permanecerá el resto de su vida en prisión pues fue condenada a cadena perpetua. No obstante, se le permitió salir de la cárcel en junio de 1952, pues estaba enferma de tuberculosis. Poco tiempo después, el 7 de noviembre de 1852, fallecía en un balneario al sur de Francia.


Una historia sin desenlace 
La muerte de Marie Lafarge no supuso el olvido de este polémico caso. Desde que se celebró el juicio han sido varios los intentos de revisar su condena. Un aspecto especialmente controvertido está relacionado con el método de Marsh usado para determinar si había o no arsénico en el cuerpo del señor Lafarge. Este método había sido avalado por químicos muy importantes de la época, como Jöns Jacob Berzelius, químico responsable de la forma actual de representar los símbolos de los elementos. Sin embargo, muchos químicos de la época mostraron reservas al uso de este experimento… Si había margen para la incertidumbre, ¿cómo exigir entonces certezas absolutas?

Texto adaptado de la siguiente publicación: https://principia.io/2020/07/09/el-caso-lafarge.IjEyMTYi/ 

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