Actividad de lectura
El siguiente texto ha sido adaptado y traducido del libro The Extraordinary Chemistry of Ordinary Things. Fue escrito en 1998. Léelo y coméntalo con un compañero para realizar la actividad que encontrarás debajo.
Los vehículos eléctricos no son nada nuevo. En el año 1900, los automóviles impulsados por motores de combustión interna (gasolina o diésel) eran tan solo una minoría de los que circulaban por las carreteras. Al principio del siglo XX, el mercado estaba dominado por vehículos impulsados por vapor o por motores eléctricos. En conjunto, había tres vehículos de este tipo por cada coche de gasolina o diésel. Sin embargo, en 1917, solo 17 años después, el 98 % de los vehículos utilizaban el motor de combustión interna que utilizan la gran mayoría de los coches que vemos ahora en nuestras calles y carreteras. A finales del siglo XX, los vehículos eléctricos solo eran modelos experimentales o tenían aplicaciones muy limitadas, como los «cochecitos» que se usan en los campos de golf. Las causas de la muerte del coche eléctrico fueron variadas: autonomía limitada, bajas velocidades, baterías muy pesadas y largos tiempos de recarga. La mejora de los motores de combustión interna, especialmente de la transmisión, también contribuyó a la desaparición del coche eléctrico. | |
Sin embargo, los coches con motores de combustión interna tienen sus propios inconvenientes, principalmente la polución: en 1994, los gases de escape de turismos, camiones, autobuses, etc., constituían el 60 % del monóxido de carbono, el 30 % de los óxidos de nitrógeno y más de la cuarta parte de los compuestos orgánicos volátiles emitidos a la atmósfera en países industrializados. En algunas regiones, la calidad del aire descendió hasta límites intolerables. Para afrontar este problema, California, Massachussets y otros estados de los EE. UU. favorecen la introducción gradual de coches con cero emisiones, con la esperanza de desplazar a los vehículos contaminantes de sus calzadas y carreteras. | |
Con la tecnología disponible actualmente, la única esperanza para alcanzar este objetivo es la reintroducción del coche eléctrico, que no produce gases de escape en absoluto. ¿Es posible la revitalización del vehículo eléctrico? ¿Cómo se suministrará la electricidad necesaria para que se mueva? Las baterías de plomo-ácido es práctica para que los coches arranquen, pero su peso, coste y limitada capacidad de carga hace necesario el desarrollo de otros tipos de batería con este fin. Quizás, en el futuro, turismos, camiones y autobuses funcionarán con la energía obtenida a partir de células de combustible. Estas pueden describirse como «baterías gaseosas», como las llamaba su inventor, el inglés William Grove, en 1839. En su forma más común, el hidrógeno se combina con el oxígeno sobre la superficie de catalizadores que forman el ánodo y el cátodo de la celda. El único producto de la reacción es el agua, por lo que esta celda no produce ninguna sustancia contaminante. |
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Recuerda que el anterior texto fue escrito en 1998. Reflexiona sobre él a partir de las siguientes cuestiones y de lo que has aprendido en la presente unidad.
- ¿Qué tipo de baterías empleaban los coches eléctricos a principios del siglo XX?
- ¿Qué avances tecnológicos se han producido, en el siglo XXI, respecto al desarrollo del coche eléctrico?
- ¿Qué problemas de los motores de combustión interna no se mencionan en el texto? ¿Qué producto de la combustión no se menciona? ¿Por qué es tan importante?
- ¿Por qué es este un ejemplo de la importancia de la ciencia básica para el desarrollo de la sociedad?
- ¿Cuál era la predicción, a finales del siglo XX, respecto al futuro del automóvil? ¿Sigue siendo la misma?