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Introducción

 

Tal y como se afirma en el currículo de la materia, la historiografía del arte, gestada a partir de mediados del siglo XVIII, relegó a la mujer de las distintas disciplinas artísticas, negando y ocultando su capacidad creadora, tal como constata la escasa presencia femenina en las colecciones de los grandes museos. Nuestra materia es y debe ser una herramienta útil para invertir esta tendencia, recuperando y valorando aquellas figuras artísticas que han sido injustificadamente marginadas del canon del arte por su simple condición de mujer.

Por ello, y a la vez que introducimos al alumnado en el estudio de la pintura impresionista, un movimiento ya de por sí decisivo para entender la historia del arte occidental, promovemos en los alumnos y alumnas una actitud crítica hacia el sexismo y la discriminación de la mujer en la esfera cultural.

Hemos de recordar a este respecto que la introducción de la perspectiva de género y, por ello, entre otros aspectos, de la visibilización de las mujeres creadoras habitualmente excluidas del canon dominante, es uno de los tres ejes fundamentales en torno a los que está organizada la materia en el decreto curricular básico. Así mismo, la competencia número ocho de dicho currículo enuncia la necesidad de analizar el papel que ha ocupado la mujer y la imagen que de ella se ha dado en los diferentes estilos y movimientos artísticos, con objeto de visibilizar a las artistas y promover la igualdad efectiva entre mujeres y hombres, contribuyendo así tanto al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible como a la gestión de uno de los retos fundamentales del siglo XXI: la asunción de un compromiso fuerte y continuado ante las situaciones de desigualdad y exclusión.

Desde un punto de vista didáctico, la situación de aprendizaje comprende una secuencia de actividades dirigidas a implicar al alumnado en la investigación histórica alrededor de un doble propósito: identificar las principales características del arte impresionista y evaluar el papel que han tenido en él las pintoras, haciendo visible la situación de discriminación de las mismas, a la par que el valor artístico y criteriológico de sus obras en orden a redefinir el propio movimiento impresionista, hasta el punto de que el producto final de la situación de aprendizaje sea, precisamente, una presentación titulada «¡Cambio la historia!». Todo ello a través del uso de metodologías activas, como el pensamiento de diseño o las dinámicas de grupo.

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