El entretenimiento popular
Continuamos el viaje por el tiempo y pasaremos por un túnel oscuro hasta llegar a una época florida. La siguiente parada de nuestro viaje es la Edad Media, esa época oscura en la que la religión marcaba el pulso vital de la sociedad. Después, llegaremos al Renacimiento, una época de luz en la que el teatro goza de muy buena salud y brilla por sí solo. ¡Adelante, no tengan miedo: los comediantes les están esperando!
Edad Media
Como decíamos, con la caída del Imperio romano, el teatro también decae y casi no hay producción teatral. La iglesia no veía con buenos ojos a los actores ya que tenían fama de inmorales porque no vivían conforme a las normas establecidas por la iglesia. Las únicas representaciones permitidas eran aquellas de temática religiosa. Era frecuente representar pasajes de la Biblia, especialmente los episodios concernientes a la Navidad y la Pascua. De hecho, la obra considerada como primer texto teatral español es el Auto de los Reyes Magos en el que, aunque está incompleto, se recrea la adoración de los Reyes Magos. Al principio, el espectáculo tenía lugar en las iglesias, pero, a medida que fue pasando el tiempo y se incorporaron aspectos más teatrales, como el gesto provocador, las representaciones pasaron a hacerse en las plazas y en la calle.
En el ámbito profano, es decir, aquello que no tiene que ver con lo religioso, el desarrollo de las actuaciones teatrales se redujeron al papel de los juglares. Estos trovadores eran artistas itinerantes que actuaban en las calles y, en ocasiones, amenizaban los banquetes de los nobles. No solo eran narradores de historias sino que también incluían en sus espectáculos funciones de títeres, malabares, bailes, cantos...
Los papeles femeninos en el teatro religioso eran interpretados por hombres que se cubrían la cabeza con un pañuelo. ¿Y había juglaresas o trovadoras? Aunque no tenemos registro de muchos nombres, destaca la figura de la condesa de Día, trovadora francesa que formaba parte de las trobairitz.
Commedia dell'arte
A partir del siglo XV, el Renacimiento ubica al ser humano en el centro de todas las cosas y lo religioso da paso a temas más relacionados con la humanidad. Por un lado, hay una tendencia al teatro culto, en latín, que se daba en las universidades y en ámbitos elitistas cuyo objetivo era enseñar. Por otro lado, el teatro popular asentó las bases del teatro tal como lo conocemos ahora.
En esta época destaca por encima de todo lo demás, la Commedia dell'arte italiana. Esta forma de hacer teatro surgió en Italia y tenía un sabor mayoritariamente popular. Los actores, con máscaras que solo les cubrían la parte superior de la cara, improvisaban sus papeles de personajes arquetípicos. Por un lado, estaban los criados (zanni) y, por otro, los señores (padroni). Los criados estaban polarizados: uno era el bobo y el otro el inteligente. Su propósito era engañar al amo. Los señores, cumpliendo con el tópico, eran ricos, listos y, en ocasiones, militares. Los únicos personajes que no llevaban máscara eran los enamorados (con su enamoramiento tenían bastante) y la criada, que solía ser el personaje con más sentido común.
La improvisación y la espontaneidad caracterizaban a este teatro. No había ensayos pero los actores tenían una esquema de la representación sobre el que se improvisaba (canovacci). Estos guiones son los que nos han llegado hasta nuestros días, por lo que sabemos que las representaciones se basaban en la improvisación de los actores. Los personajes, espontáneos y muy expresivos, siempre mantenían el nombre, el vestuario y las características y sobre estas premisas se construía el espectáculo teatral.
La herencia de este tipo de teatro es notable. Se profesionalizó la labor de los actores, se incluyó a las hijas y esposas de los actores como actrices, cosa que tenían prohibida en otros países, se incluyeron monólogos, canciones, acrobacias y todo tipo de lazzi o recursos escénicos para darle vida y comicidad a la representación. Otro elemento que viene de la Commedia dell'arte es la pervivencia del bobo como personaje cómico. Todas estas características son evidentes en muchas de las obras de teatro actuales e incluso de las películas que son comedias.
Tiempo después, Molière supo conjugar la idiosincrasia francesa con las características de este teatro italiano y tuvo mucho éxito con obras como El avaro o El enfermo imaginario. Sin duda, el dramaturgo con más reconocimiento internacional es Shakespeare, que consiguió unir en sus obras el teatro culto y el popular.
Siglos de Oro
En España, los siglos XVI y XVII reciben el nombre de Siglos de Oro porque fue la época de máximo esplendor de las letras españolas y, en concreto, fue una época de gran éxito para el teatro. Los espectáculos teatrales se vivían como auténticas fiestas que duraban horas. Por ello, en los descansos de las comedias se representaban obras del género menor, como pasos, entremeses o sainetes. Era un teatro para todos los públicos porque todo el mundo quería asistir a estas obras y evadirse de la realidad. Pasó de representarse en las calles a hacerse en los patios de las casas. Al hacerse en estos corrales de comedias, se podía cobrar entrada lo que contribuía también a que las compañías de teatro fueran de actores profesionales. En la actualidad, se han puesto de moda los conciertos en las azoteas y, de alguna manera, recuerdan a estos corrales de comedias.
Lope de Vega, apodado por Cervantes como el Fénix de los ingenios por su capacidad creadora, triunfó mucho en esta época con obras como La dama boba o Fuenteovejuna. Además, publicó el Arte nuevo de hacer comedias, en la que explica su fórmula para hacer teatro, como, por ejemplo, que sean de temática libre o unan lo trágico y lo cómico. Además de Lope de Vega, destacan las figuras de Tirso de Molina y Calderón.
Los actores, antes de entrar a escena, se desean suerte con la expresión «¡mucha mierda!». Aunque no se sabe muy bien de dónde viene esta peculiar forma de desear que todo vaya bien, se dice que el origen podría estar en que, si el teatro estaba lleno, habría muchos excrementos de caballos en la puerta del corral de comedias y, por lo tanto, el espectáculo habría ido bien. Decir esta expresión es una forma de augurar que todo vaya bien.