El espectáculo debe continuar
Como hemos visto a lo largo de este viaje, el teatro es un reflejo de la sociedad y siempre ha servido como altavoz de los problemas de cada época. En el siglo XX hay dos acontecimientos tristemente históricos que afectan a toda la sociedad y marcan las tendencias en las artes escénicas: la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Otros hechos históricos y sociales tendrán también su reflejo en los espectáculos teatrales. Con esta parada en el siglo XX, veremos que los elementos teatrales que van más allá del texto son cada vez más importantes. De hecho, el teatro se convierte en la suma de todas las artes. Las tendencias se multiplican. El viaje termina en nuestros días con variedad para todos los gustos. ¡Disfruten del último trayecto!
Siglo XX
Después de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), los postulados de la Revolución rusa provocaron una ruptura con el teatro realista anterior. El teatro pasa a ser un medio para intentar cambiar la realidad social, como sucede, en España, con compañías como La Barraca de Lorca. Este grupo de teatro ambulante tenía como objetivo llevar la cultura a todas los rincones de España para lo que representaban obras de Lope de Rueda, Calderón, Lope de Vega, Cervantes o Tirso de Molina. En Rusia se conoció como teatro proletario aquel que se usaba para hacer propaganda de las ideas políticas. Los decorados, los carteles, las proyecciones, la música... todo era susceptible de ser llevado a la escena teatral con tal de servir de altavoz para las ideas socialistas.
Otro tipo de teatro que se hizo en esta época fue el teatro simbolista o poético. En él, se huye del realismo para dotarlo de poesía y símbolos. Para entenderlo, hay que mirar más allá de lo que se dice y lo que se ve. El espacio que se recrea en este tipo de espectáculos no es real y pretende sugerir imágenes que despierten sus sentidos. Las obras de Lorca son un gran ejemplo de teatro poético.
Entre las tendencias de este periodo, debemos hablar del teatro expresionista, que buscaba deformar la realidad para mostrar la naturaleza humana; y el teatro épico, que, en lugar de buscar la empatía del espectador, quería provocar un distanciamiento de lo que sucede en la escena para que el público pueda juzgarlo, criticarlo y provocar el cambio social. En la actualidad, obras de teatro documental como Jauría toman como referente el teatro épico que desarrolló Bertolt Brecht.
Tras las Segunda Guerra Mundial (1941-1944), las reglas del teatro se rompen y el mundo del teatro reacciona con el teatro del absurdo. Son obras sin lógica y los diálogos no tienen mucho sentido. Sin embargo, los temas tienen que ver con la denuncia a lo incomprensible de cómo estaba el mundo. Este tipo de antiteatro provocaba la risa ante las situaciones ilógicas o la búsqueda de significados existencialistas contra la injusticia social.
A partir de la segunda mitad del siglo XX, el texto pierde importancia y se le da cada vez más peso a todos los elementos que forman parte del espectáculo teatral: luces, sonido, música, proyecciones, escenografía... y todo se mueven al compás de la batuta del director de escena. Hay distintas tendencias entre las que destacamos el teatro del oprimido de Augusto Boal, las propuestas arriesgadas de La Fura dels Baus y la concepción del teatro de Els Joglars. En el siguiente vídeo podemos ver su versión de El coloquio de los perros, de Cervantes, en la que podremos observar cómo han cambiado los elementos del espectáculo teatral:
Siglo XXI
En la actualidad se sigue la estela de las tendencias de finales del siglo XX. Destacan el triunfo masivo de los teatros musicales, como El rey león, y la proliferación de microteatros. Estos espectáculos breves han tenido cabida en el panorama cultural por distintas razones. La primera es que las salas de teatro suelen ser salas pequeñas por lo que hacen que haya una gran cercanía entre los actores y el público; además, las compañías han visto reducido el número de integrantes y el formato breve con una trama de pocos personajes se ajusta a esta realidad. Juan Mayorga, uno de los dramaturgos actuales más reconocidos, dice que «el valor de una obra teatral no depende de su extensión sino de su intensidad, de la generosidad con la que enriquezca en experiencia a sus espectadores».
Para hacerse una idea de cuáles son los espectáculos que marcan tendencia es recomendable hacer caso a los nominados en Premios Max. El nombre de estos premios se debe a Max Estrella, el protagonista de Luces de bohemia, de Valle-Inclán. En ellos se reconocen los mejores espectáculos de las artes escénicas españolas.
Como decíamos al principio de este recurso, el teatro siempre se renueva, se adapta y sobrevive a los nuevos tiempos, tal vez porque la magia que se genera es ese momento único que comparten los actores y el público tiene algo adictivo que hace que queramos que el espectáculo no pare. Show must go on!