Saltar la navegación

Orígenes

Empecemos por el principio

La primera parada de nuestro viaje supone echar la vista atrás en la historia y plantarse en los primeros momentos en los que una persona, usando los recursos que tiene al alcance de la mano, se convierte metafóricamente en otro ser ante un grupo de gente. El recorrido efectuará dos paradas más: una, para poder asomarnos al primer actor que tiene conciencia de estar haciendo un espectáculo teatral en Grecia; otra, para reírnos como se reían los romanos con la comedia. ¡Vamos allá!

Postal con el recorrido de la historia del teatro. Primera parada: los orígenes
Isabel Cortijo Delgado. Recorrido por la historia del teatro (CC BY-NC-SA)

Orígenes

Los orígenes del teatro son un misterio: no tenemos un documento que explique cuándo empezó a hacerse como tampoco lo tenemos de cuándo se empezó a hablar. Es posible que los rituales, gracias a su valor simbólico, fueran las primeras representaciones que podemos llamar teatrales porque cumplen con el requisito dramático de recrear una situación fingida. En los ritos se pedía a los dioses que la naturaleza les fuera favorable en cuanto a caza, alimento, fertilidad o curación. Colocados en círculo alrededor del fuego, se recreaban escenas de caza o danzas para atraer la lluvia dirigidas por un chamán. Con solo ponerse la piel o los cuernos de un animal, ya se estaba representando a ese animal por lo que podríamos decir que el chamán de la tribu fue el primer actor porque tenía el poder mágico de comunicarse con los dioses a través de la palabra y el cuerpo. 

Dibujo de una chica de una tribu danzando
Pixabay/OpenClipart-Vectors. Danza (Pixabay License)

Mundo clásico

Es comúnmente aceptado que el origen del teatro tal y como lo entendemos en la actualidad tiene sus raíces en el mundo clásico. Tanto en Grecia como en Roma el teatro se consideraba un servicio público que se celebraba en las fiestas y se ofrecía como diversión para el público. Era tan importante que decidieron construir un edificio para las representaciones aprovechando las laderas de las montañas. El teatro de Epidauro, en Grecia, es uno de los teatros mejor conservados del mundo en el que podemos ver la orquestra circular donde actuaba el coro, la escena (lo que hoy en día llamaríamos escenario) y las gradas donde se colocaba el público. En este teatro podían asistir hasta 12.000 espectadores y todos escuchaban perfectamente lo que decían los actores porque la acústica de este lugar es extraordinaria. Las representaciones se hacían por la mañana para aprovechar la luz solar. 

Grecia

En el caso de Grecia, las primeras las primeras manifestaciones teatrales tienen que ver con las ceremonias que se hacían en honor a Dionisos, dios del vino y la fertilidad. De manera conjunta, se cantaban y danzaban unos himnos y esto dio pie a la formación del coro. Poco a poco, uno de los componentes del coro adquirió protagonismo y se le denominó corifeo. Con el tiempo el coro fue perdiendo importancia en favor de los actores individuales. Cuentan que el corifeo más famoso fue Tespis, al que se considera el primer actor de la historia porque, para interpretar a distintos personajes, usaba máscaras. Las máscaras tenían una doble función: por un lado, el público podría identificar más fácilmente a los personajes que encarnaba el corifeo como, por ejemplo, a las mujeres. En esta época, las mujeres no tenían la posibilidad de actuar por lo que el corifeo se ponía una máscara para interpretar los papeles femeninos; por otro lado, tenían una boca muy grande para que sirvieran de altavoz para los actores. 

La máscara es el icono del teatro por distintos motivos. En la máscara se destacan los rasgos de lo que se quiere representar, es decir, pone de manifiesto que, bajo la máscara, dejas de ser quien eres para ser otro y esta es una de las esencias del teatro. La máscara o el disfraz tienen la capacidad de desfigurarnos para que reencarnemos a otros personajes, como sucede cuando nos disfrazamos en carnavales. El icono teatral está compuesto por dos máscaras: una sonriente y una triste que representan a las dos musas del teatro: Talía, sonriente, es la musa de la comedia, y Melpómene, triste, la de la tragedia. Estos eran los dos géneros dramáticos más representados en Grecia. La tragedia, con autores como Eurípides, Sófocles y Esquilo, plantea el conflicto de un héroe que termina con un destino inevitablemente fatídico. Los personajes eran dioses, reyes o nobles, y el objetivo era conmover al espectador. Por su parte, autores como Aristófanes cultivaron la comedia, género cuyo objetivo era entretener al espectador. Por lo tanto, los conflictos, así como los personajes, eran sencillos y el final era siempre feliz. Se ponían en escena problemas de la sociedad que se abordaban con humor. En ocasiones, el humor derivaba a lo grotesco y se hacían críticas sociales. 

Recuerdos de Grecia. Colección de máscaras griegas
Pixabay / Greg Montani. Recuerdos de Grecia (Pixabay License)

Roma

Aunque tomaron como referencia el teatro griego, en Roma preferían la comedia como género para todos los públicos. La tragedia se consideraba como un género elitista del gusto de las esferas cultas de la sociedad. El teatro para los romanos era una oportunidad de formación cívica y de crítica social aunque las tramas eran conflictos sencillos. Normalmente, el esclavo enredaba el asunto de la historia que, por suerte, siempre terminaba bien. Los autores más relevantes de esta época fueron Plauto y Terencio. 

En cuanto al espectáculo teatral, también tenemos algunos cambios con respecto al teatro griego. Las representaciones teatrales romanas eran un gran espectáculo y le daban mucha importancia al decorado. De hecho, la estructura del espacio cambia: la orquestra griega pasa a ser semicircular porque no la ocupa el coro sino los músicos y, en las primas filas de las gradas, se ubicaban las autoridades romanas. El escenario se ve enriquecido con un frontal arquitectónico repleto de columnas y estatuas que hacen de decorado sobrecargado. Por su parte, los actores prescinden de la máscara pero su maquillaje es muy exagerado. 

Cuando cayó el Imperio romano, el teatro cayó con él. La iglesia no aprobaba los derroteros por los que iba el teatro y consideraba que los actores, capaces de criticar con socarronería cualquier cosa, eran inmorales y descocados.

Seguir al líder

Uno de los primeros ejercicios que hacen los grupos de teatro para romper el hielo en los ensayos es el de seguir al líder. Consiste en imitar lo que hace una persona. Se puede hacer con todo el grupo o en pequeños grupos. Para ello, comenzaremos caminando por el espacio y seguiremos las pautas que el profesor que nos irá dando, instrucciones como, por ejemplo, caminar muy rápido o muy despacio, mirando a los ojos de las personas con las que te cruzas o evitando la mirada... Sin parar de caminar, el profesor dará la siguiente pauta que es imitar a la persona que nombre. Puede servir de ayuda que el profesor haga de líder en primer lugar para explicar a los alumnos que, si el líder patina, por ejemplo, el resto de compañeros también tiene que hacerlo. En primer lugar, pueden ser solamente gestos, pero, después, podemos ir incluyendo sonidos, frases... Para este ejercicio tan dinámico, se recomienda que haya música de fondo y que se evite caminar en círculo. 

Huellas de pasos. Seguir al líder.
Isabel Cortijo Delgado. Seguir al líder (CC BY-NC-SA)

¿Griego o romano?

Según las explicaciones anteriores, ¿cuál de estos teatros es romano y cuál griego?