El concepto de la huella hídrica nacía en 2002 de la mano de Arjen Hoekstra, experto del instituto IHE de la UNESCO. La huella hídrica hace referencia al consumo de agua que conllevan todas las actividades de producción. Es decir, que cada vez que consumimos una pizza o nos ponemos un pantalón estamos generando un consumo de agua, ya que para generar estos productos se ha consumido determinada cantidad del recurso hídrico.
Más allá del consumo individual de agua, del gasto directo en nuestros hogares al poner la lavadora o tirar de la cisterna, no debemos olvidar que hay otro gasto diferido de este recurso en nuestro día a día (gasto procedente de la producción y distribución de nuestros alimentos, vestimenta, transporte, electrodomésticos al que, además, hay que sumar el agua contaminada producida por dichas acciones). Un gasto indirecto que siempre es mayor que el consumo directo de agua.
En este contexto nació el término “huella hídrica”, para medir o conocer el volumen de gasto de agua dulce de una persona para producir los bienes y servicios que consume en un periodo de un año, y de este modo, ayudar a sensibilizar sobre la necesidad de llevar a cabo un consumo sostenible y ecológico del agua.
¡Calculemos nuestra huella hídrica!