La escritura y la lectura son adquiridas por los niños y las niñas como objeto de conocimiento, no como instrumentos, por lo que formulan hipótesis, las ponen a prueba, se enfrentan a conflictos cognitivos… siempre en situaciones contextualizadas en las que leer y escribir tenga sentido, en situaciones significativas en las que se aborda el mayor número posible de textos, teniendo en cuenta su función y uso social. Enfrentarse a la escritura de un cuento, que va a ser leído por otras personas, significa aprender a narrar, a escribir sobre mundos posibles y a transformar su conocimiento.

Otro de los pilares es el aprendizaje basado en proyectos, ya que retamos al alumnado a través de la creación de cuentos de brujas, adoptando un papel activo y respetando los diferentes ritmos de aprendizaje e intereses. Nos iniciamos en la difícil tarea de aprender a buscar información en diversas fuentes, transformarla en conocimiento propio y compartirla dándole uso social. Además, el alumnado inicia un proceso de metacognición, reflexionando y evaluando sus aprendizajes, desde la planificación hasta la elaboración del producto final.

El tercer pilar, el aprendizaje basado en el pensamiento, responde a la metodología de aprender a pensar, directamente relacionada con los puntos anteriores. En el enfoque constructivista el alumnado constantemente genera hipótesis, las analiza, desarrolla y evalúa, al abordar la competencia lingüística como un proceso complejo que le permite comunicarse con las otras personas.

Por último, el aprendizaje cooperativo, alternando diferentes tipos de agrupamientos, roles y dinámicas, para promover la interacción, la argumentación, la responsabilidad, las habilidades sociales y la construcción de conocimiento.