España dentro de la U.E.
Introducción histórica
La Unión Europea se fundó tras la Segunda Guerra Mundial, como consecuencia de la firma del Tratado de Roma en 1957, dando lugar a la CEE (Comunidad Económica Europea), entre cuyos objetivos fundamentales se encontraba la potenciación del comercio entre los países miembros, la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos europeos, la promoción de paz y la unidad europea y la instauración de una moneda única: el euro. Posteriormente, la CEE cambió su denominación a Unión Europea, tras la firma del Tratado de Maastricht en el año 1992.
Francia, Alemania, Bélgica, Italia, Países Bajos y Luxemburgo fueron los países firmantes del Tratado de Roma. A estos países se fueron uniendo nuevos estados miembros, hasta alcanzar la cifra de 28. El 31 de enero de 2020 el Reino Unido dejó de ser estado miembro de la Unión Europea, como consecuencia del resultado de un referéndum realizado el 23 de junio de 2016, en el que el sus ciudadanos decidieron la salida de la Unión. En la actualidad, los estados miembros de la Unión son 27.
España solicitó la adhesión a la CEE (en la actualidad Unión Europea) en el mes de julio de 1977. Ocho años después se firmó el tratado de adhesión y España se convirtió en estado miembro de forma efectiva en la CEE el 1 de enero de 1986.
Consecuencias de la adhesión de España a la Unión Europea
La adhesión de España como estado miembro de la Unión Europea el 1 de enero de 1986 tuvo consecuencias a todos los niveles.
El proceso previo a la entrada en la Unión Europea obligó a España a tomar medidas muy duras, particularmente en materia económica, para cumplir con los requisitos a los estados aspirantes. Un sector particularmente afectado fue el industrial, en el que muchas industrias fueron reconvertidas y numerosas personas perdieron su empleo. El sector primario también se vio afectado, ya que la producción fue limitada para estar acorde con la marcada por las políticas comunitarias. La economía de España estaba bastante atrasada respecto al resto de países miembros de la CEE en el momento de su integración. La solicitud de ingreso en la Comunidad Económica Europea obligó a España a adaptar su economía, realizando numerosas reformas para conseguir llegar a los requisitos mínimos exigidos para la entrada como estado miembro, lo que le dio acceso al mercado único europeo.
Durante los veinte años siguientes a su integración España fue uno de los países más beneficiados por los fondos europeos, dando lugar a un importante crecimiento económico. En este sentido, el año 1992 se convirtió en un hito, ya que se instauró el "Fondo de Cohesión", tras la Cumbre de Edimburgo, dotando de fondos económicos para llevar a cabo proyectos relacionados con infraestructuras, medio ambiente o energía a países con los niveles de renta más bajos, como era el caso de España. Otro hito económico se produjo cuando se implantó definitivamente el euro como moneda común europea en el año 2002, contribuyendo a la unión económica de todos los estados miembros.
En lo que respecta a la esfera política, la integración de España como miembro de pleno derecho en la Unión Europea supuso un espaldarazo a la democracia española después de años de aislamiento.
En el terreno social, España tuvo que realizar un gran esfuerzo de adaptación, ya que no contaba con un estado de bienestar comparable al resto de los estados miembros.
La incorporación de España también supuso ventajas para nuestro país , ya que gracias a los fondos europeos las infraestructuras se han ampliado y modernizado. Además, numerosos proyectos culturales y sociales tuvieron un gran impulso gracias a estas ayudas.
Los ciudadanos españoles también vieron ampliados y consolidados sus derechos, que fueron equiparados a los de los demás ciudadanos europeos. Además, la libre circulación entre los países de la Unión, les proporciona muchas oportunidades de estudios o trabajo.
Participación de España en las instituciones europeas
Desde el momento de su adhesión como estado miembro, España ha llevado a cabo un papel activo en la Unión Europea, contribuyendo decisivamente en ámbitos como la lucha contra el terrorismo, políticas relativas a la diversidad lingüística y cultural o política exterior, actuando como puente con Latinoamérica.
Con la salida del Reino Unido de la Unión, el Parlamento Europeo redujo su tamaño, pasando de 751 a 705 eurodiputados. 46 escaños se reservaron para las futuras integraciones y el resto fue repartido entre los países actuales. España vio reducido el número de escaños y por tanto de votos, aunque desde Europa se trata de compensar ese hecho otorgándole algunos puestos de responsabilidad en las instituciones europeas, que son ocupados por parlamentarios españoles.
España ha presidido el Consejo de la Unión en cuatro ocasiones, durante los años 1989, 1995, 2002 y 2010. Del mismo modo, españoles han ocupado altos cargos en la instituciones de la Unión Europea, como la presidencia del Parlamento Europeo o numerosas carteras como comisarios europeos.
En cuanto a la aportación de España a la Unión, cabe señalar que las aportaciones de los estados se basan en los recursos con los que cuenten. De ese modo, las economías más potentes, aportarán más.
Futuro de España dentro de la Unión Europea
En la actualidad la actualidad, España se enfrenta a numerosos retos en las diferentes áreas:
En cuanto a política, España ha visto mermado su peso específico en las instituciones europeas, ya que con las últimas reformas, ha perdido representación, reduciendo su número de parlamentarios. Además, las consecuencias de la pasada crisis de 2008 en España, contribuyeron a una reducción importante en su prestigio internacional. Tampoco ayuda el hecho de que con las nuevas ampliaciones, España ha quedado situada geográficamente en una posición periférica, en el extremo del continente europeo. España debe recuperar esa influencia y prestigio perdidos en el panorama europeo y mundial, retomando su papel de mediador entre la Unión Europea y los países del norte del África y Latinoamérica.
Los retos socioeconómicos que España afronta son también variados. Con la integración de nuevos países, España se ha situado en una posición intermedia entre los países por delante de los menos avanzados, aunque con bastante recorrido hasta colocarse a la altura de los países del norte y occidente del continente europeo.
Las ayudas de procedencia europea han disminuido, lo que implica la realización de un esfuerzo para alcanzar los niveles de los países más avanzados, potenciando el crecimiento económico sin ayudas externas, a base de mejorar la calidad y la productividad, impulsando también la mejora tecnológica.
Socialmente, España ha estado trabajando seriamente en aumentar el nivel de empleo, reduciendo la tasa de paro, que se elevó de forma considerable a raíz de la crisis económica.