En la "carrera" por llegar a la India los portugueses contaron desde el principio con el apoyo de alguien muy interesado en que eso se consiguiera: la monarquía, y en concreto, el rey Enrique el Navegante (1394-146). En el siglo XV, y gracias a su impulso, los portugueses consiguieron circunnavegar África.
A su vez, las islas Azores, Medeira y el golfo de Guinea fueron por primera vez descubiertos por portugueses. El siguiente paso lo protagonizó Bartolomé Díaz (1450-1500), doblando el cabo de Buena Esperanza en 1488. El objetivo portugués de llegar a la India lo culminó Vasco de Gama (1460-1524) en 1499.
Y apareció Cristobal Colón
Si hay un nombre propio en esta aventura es, sin duda, el de Cristóbal Colón (1451-1596). De origen incierto, aunque probablemente genovés, contaba con una idea que acabó convirtiéndose en su auténtica obsesión: llegar a Asia navegando hacia el Oeste. El problema fue convencer a los que podían financiar su viaje de que su plan era viable. Cristóbal Colón fracasó en su intento de "vender" su proyecto a Portugal. Allí no lo consiguió, cosa que sí hizo, y, después de no poco esfuerzo, a los Reyes Católicos. Estos sí decidieron financiar un proyecto, que, en el caso de que saliera bien, podía aportarles grandes beneficios. La suerte estaba echada.
Antes de iniciar el viaje, Colón tuvo que firmar un "contrato" muy especial con sus majestades: Las Capitulaciones de Santa Fe. En ellas se establecían las condiciones del acuerdo, otorgándole el título de Almirante de la Mar Océana a Colón y el poder de descubrir en nombre de Castilla.
Y la aventura comenzó el 3 de agosto de 1492 desde Palos de la Frontera (Huelva) con tres naves, la Santa María, La Pinta y La Niña. Tras una escala en las islas Canarias, la expedición se adentró en el Atlántico. Finalmente, y cuando ya se pensaba en el fracaso que podía costarles la vida, el 12 de octubre de 1492 Colón desembarcó en Gunahaní, bautizada como San Salvador, actual archipiélago de las Bahamas. Antes de regresar, reconoció las islas de Cuba y Santo Domingo, bautizando a esta última con el nombre de "La Española".
El "éxito del primer viaje" acabó provocando que se le financiasen hasta tres viajes más, los cuales fueron realizados entre 1494 y 1502. De esta manera Colón pudo seguir explorando los nuevos territorios, como las Antillas y la costa centroamericana. Lo curioso del caso es que, en su lecho de muerte, en 1506, todavía no era consciente de que realmente no había llegado a Asia, sino a un desconocido continente, que en breve fue bautizado con el nombre de América, en honor a Américo Vespucio.
No tardó Portugal en reclamar el nuevo descubrimiento. Al fin y al cabo, desde el Tratado de Alcaçobas, firmado entre Castilla y Portugal en 1479, todo lo que se encontrase al Oeste de las Islas Canarias formaría parte de la corona portuguesa. Evidentemente los castellanos alegaron que no. Portugal no podía "adueñarse" de un territorio que nadie sabía que existía. Por tanto, fue necesario llegar a un nuevo acuerdo. En 1494 se firmó el Tratado de Tordesillas, por el que quedaron delimitadas las zonas de influencia para ambas coronas en una línea situada a 370 leguas marinas al oeste de las islas Cabo Verde. De repente, y casi de manera inesperada, Portugal se encontró con una porción considerable de tierra americana que, con el tiempo, se llamó Brasil.
La primera vuelta al mundo
Tras Colón, los Reyes Católicos concedieron a otros marinos la licencia para explorar las tierras del nuevo continente. Un ejemplo es Vasco Nuñez de Balboa, que, en 1513, atravesó el istmo de Panamá descubriendo el océano Pacífico.
Sin embargo, una de las mayores epopeyas de la historia de la humanidad tuvo lugar a partir de 1519. Una expedición capitaneada por Fernando de Magallanes partió de Sevilla con el objetivo de encontrar un paso entre los océanos Atlántico y Pacífico.
Esa vía se encontró en el extremo meridional de Suramérica, conocido hoy como el Estrecho de Magallanes, que fue atravesado en 1520. Tras un viaje lleno de terribles privaciones, consiguieron llegar a la isla de Cebú, en Filipinas. Allí murió Magallanes, quedando al mando de la expedición Juan Sebastián Elcano, que, tras atravesar el océano Índico y bordear la costa africana, llegó a la Península en 1522 con solo 27 supervivientes. Se había completado la primera vuelta al mundo.
Pongamos orden en el tiempo
Ordena cronológicamente los siguientes acontecimientos poniendo en primer lugar el más reciente y en última posición el más antiguo
Bartolomé Díaz dobla el cabo de Buena Esperanza
Primer viaje de Colón
Firma del Tratado de Tordesillas
Vasco de Gama llega a la India
Muere Cristobal Colón
Descubrimiento del Pacífico por Nuñez de Balboa
Inicio de la vuelta al mundo de Magallanes
Elcano llega a Castilla finalizando la circunnavegación de la Tierra
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Y ahora las fechas: elabora un eje cronológico.
Son muchos los acontecimientos que forman parte de este período histórico. Un eje cronológico nos permite tener una visión global del mismo, así como una perspectiva del tiempo transcurrido, en este caso desde los inicios de las primeras exploraciones hasta la la primera circunnavegación.
La tarea consiste en elaborar un eje cronológico en tu cuaderno titulado Las grandes exploraciones (1488-1522). Puedes realizar este trabajo en parejas o pequeños grupos si es posible, y, si lo consideras interesante, cabe la posibilidad de hacerlo con algunas de las aplicaciones gratuitas que hay en internet (Timetoast, Genialy y Tiki Toki). En el eje debes indicar los acontecimientos vistos en la actividad anterior, más aquellos que hayan aparecido en el apartado "Marinos, navegantes y héroes" que consideres relevantes.
El estudio de un determinado período de la historia requiere la ordenación temporal de aquellos acontecimientos o sucesos que se han producido. Este orden cronológico será indispensable para poder establecer las posibles causas y consecuencias, así como la narración lógica de lo ocurrido.
¿Cómo se elabora un eje temporal? Es sencillo, pero hay que seguir unas normas básicas:
La distancia entre las fechas debe ser proporcionada, es decir, el eje se debe dividir en partes iguales. Cada parte representará el mismo periodo de tiempo: un siglo, 50 años, mil años, 10 años...
La distancia entre los años debe adaptarse a la amplitud del período que se quiere representar: de milenio en milenio, de siglo en siglo, cada década...
Para señalar alguna fecha concreta, fuera de la cadencia elegida, se colocará con otro color.
Los espacios temporales amplios (períodos y etapas) se representan mediante líneas o trazos horizontales; los acontecimientos concretos, en cambio, se representan mediante marcas verticales.
El eje debe ir encabezado por un título.
Los ejes puedes ser verticales u horizontales. En los horizontales, las fechas más antiguas se sitúan a la izquierda, y las más recientes a la derecha. En los ejes verticales, las fechas más recientes se colocan en el extremo superior, y las más antiguas, en el inferior.
Si se añaden imágenes (como se puede hacer en las versiones digitales), estamos hablando de cronogramas.