Cuando hablamos de sexualidad y de afectividad, no podemos hacerlo solo desde el punto de vista estrictamente biológico. Sexo, género, identidad y orientación sexual son diferentes partes de quienes somos como personas. Todos ellos están relacionados, pero son conceptos distintos que, a veces, se emplean de forma errónea.
- El término sexo hace referencia a los rasgos de tipo biológico y físico que vienen determinados por la naturaleza de nuestro aparato reproductor que acabamos de investigar, pero no define nuestra condición como personas sexuadas.
- En cambio, el género se refiere a la construcción social y cultural que define las diferentes características emocionales, afectivas, intelectuales, así como los comportamientos que cada sociedad asigna como propios y naturales de hombres o de mujeres. No tiene por qué corresponder forzosamente con las categorías del sexo biológico.
- La identidad de género se refiere al sentimiento de identificación sexual de una persona, independientemente de su sexo biológico.
- Por último, la orientación sexual hace referencia a la capacidad de cada persona de sentir una profunda atracción emocional, afectiva y sexual por personas de un género diferente al suyo, de su mismo género o de más de un género.
Ante toda esta diversidad, todavía hay personas y sociedades que expresan un fuerte rechazo que se denomina sexismo, o sea, no aceptar ni respetar a una persona por su sexo u orientación sexual, tratarla de forma diferente. El sexismo expresa odio, no respeta los derechos de las personas y muchas veces provoca violencia de género, como acoso, aislamiento, celos, humillaciones, etc.
El sexismo se basa en estereotipos, ideas preconcebidas e ideologías sobre los roles de género que están arraigados en la cultura social. Aunque en las últimas décadas ha disminuido considerablemente, todavía lo encontramos en el cine, pornografía, publicidad, libros de texto, mundo laboral...y en macro y microsexismos cotidianos, como chistes, actitudes, prejuicios, etc. También está muy extendido en las redes sociales, aprovechando el anonimato que permiten.
Hay todavía mucho trabajo que hacer y, por medio de estas tareas, tenemos una buena oportunidad de pensar y expresarnos en contra de estas desigualdades.