¿Para qué sirve la atmósfera?
La presencia de una capa de gases de casi 10 000 km de espesor rodeando a nuestro planeta nos ofrece distintas ventajas que hacen posible la vida en la Tierra. Las podemos clasificar en tres: función protectora, función bioquímica y función reguladora.
Función protectora
Una de las funciones de la atmósfera es la de actuar como escudo protector. Por una parte, evita que la mayoría de los meteoros puedan llegar a la superficie de la Tierra y destruirla, aunque sea parcialmente. Si bien, en algunos momentos del pasado, meteoritos de grandes dimensiones consiguieron atravesar la atmósfera y generar grandes extinciones, en la mayoría de los casos los meteoros tienen un tamaño pequeño o mediano y se desintegran a su paso por la atmósfera.
Por otro lado, nuestra atmósfera también nos protege de las radiaciones solares ultravioletas (UV). La capa de ozono absorbe la mayoría de estas radiaciones, evitando que lleguen a la superficie de la Tierra. Si no fuera por esto, la vida sería imposible en nuestro planeta.
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Función bioquímica
Desde un punto de vista bioquímico, la composición de la atmósfera está en estrecha relación con la actividad de los seres vivos. La liberación de gases por los seres vivos controla el clima y el ambiente en el que vivimos. Así, las plantas liberan oxígeno a través de la fotosíntesis, que los animales utilizan en su respiración, en la que liberan dióxido de carbono. Tanto animales como plantas liberan vapor de agua. Ciertas bacterias producen nitrógeno y otras lo utilizan para su actividad. De esta forma, todos estos gases pasan a la atmósfera y de la atmósfera, a su vez, a los seres vivos.
En la siguiente imagen interactiva vemos cómo los gases oxígeno, dióxido de carbono y vapor de agua interaccionan entre la atmósfera, la biosfera e hidrosfera.
Función reguladora
La atmósfera también es esencial en la regulación de la temperatura del planeta. La presencia de gases que absorben el calor hace posible que la temperatura media de nuestro planeta sea de 15 ºC. Estos gases son llamados gases de efecto invernadero (GEI) y se llaman así porque precisamente convierten a la Tierra en un invernadero.
La radiación solar calienta la superficie de la Tierra, de modo que la Tierra emite calor (radiación infrarroja). Esta radiación se refleja hacia el espacio exterior, pero la presencia de los GEI atrapa gran parte de esta radiación infrarroja, favoreciendo el calentamiento del planeta. A este fenómeno lo llamamos efecto invernadero.
Las radiaciones ultravioletas que proceden del Sol son de tres tipos: A, B y C. Las más dañinas, B y C, son absorbidas principalmente por la capa de ozono, mientras que el 90 % de la radiación A llega a la superficie terrestre. Esta radiación es suficiente para causar quemaduras solares o cataratas bajo una exposición prolongada. Es por ello por lo que, a pesar de la capa de ozono, el protector solar es importante para evitar manchas y quemaduras en la piel.