Casi sin transición, se invita a los estudiantes a cambiar su condición de lectores por la de periodistas. En grupos de cuatro personas, han de imaginar que están en la redacción de un periódico y que han recibido de fuentes policiales este testimonio. Con apenas esos datos, han de componer un posible titular. Para enmarcar la actividad se puede lanzar la siguiente pregunta: «¿Cuál es la diferencia entre un título y un titular?». Tras la aclaración, les pedimos solamente el titular. En cuanto lo tengan, cada grupo propondrá el suyo ante el resto de la clase. Entre todos decidiremos por cuál nos inclinamos.
«Un juego peligroso», «Tragedia en una tienda», «Mueren dos niños en un atraco», «Trágica muerte de dos jóvenes a manos de un exmilitar», «Un dependiente con secuelas de guerra mata a dos niños que intentaban robarle», etc. A la vista de este pequeño botón de muestra, no es difícil imaginar el apasionado e interesante debate que se establece en cada clase: unos se desechan por literarios —«El último juego»—; otros, por ser más propios de un reportaje que de una noticia —«Las secuelas de la guerra en la sociedad», «El peligro de tener un arma a mano»—; otros, por excesivamente largos, o imprecisos, o ambiguos, o alejados de la realidad de los hechos.
Pero el debate más enjundioso es el que se establece a partir de todos aquellos que, coherentes con el testimonio recibido y adecuados al medio y al género en que nos movemos —la noticia periodística—, revelan una posición diferente ante los hechos e inducen a una percepción también diversa por parte del receptor. ¿Cómo nombrar a los protagonistas del suceso? La mera elección de sustantivos implica ya la adopción de un determinado punto de vista. Por una parte, ¿«niños», «chicos», «atracadores», «ladrones»? Por la otra, ¿«hombre», «comerciante», «exmilitar»? ¿Cuál debe aparecer como sujeto? También la elección del verbo —«morir», «matar», «ser asesinado»—, y por tanto de la estructura sintáctica del titular —transitiva, intransitiva, pasiva— va a provocar que el lector se forje una idea u otra de los hechos, se posicione de una manera u otra ante ellos. ¿Puede decirse que el comerciante mata «en defensa propia»? Es importante que el docente vaya deslizando estos conceptos gramaticales (enunciado no oracional y oración, oraciones activas y pasivas, sujeto sintáctico y agente semántico, selección léxica y efectos en la recepción, etc.), dado que son los que se retomarán en la sesiones siguientes y los que vertebran la secuencia didáctica.
A buen seguro se irán entrelazando en la discusión aspectos discursivos, semánticos, sintácticos, pragmáticos. Pero si algo queda claro al término de la sesión es que la realidad es poliédrica, compleja, y que aun sin faltar a la verdad son muchos los emplazamientos posibles ante ella. Nuestra percepción de los hechos se traduce en determinadas elecciones gramaticales y léxicas, y los efectos perlocutivos de nuestros enunciados en los receptores son, en consecuencia, diversos.