Actividad 3: El CIBITE y los maestros de la reflexión ética

La siguiente actividad tiene por objeto profundizar en la comprensión y aplicación de algunas de las principales teorías éticas que pueden ayudarnos a guiar nuestros actos. 

Para ello, proseguimos con la actividad gamificada iniciada en las dos sesiones anteriores, distribuyendo de nuevo al alumnado en grupos y proponiendo una nueva misión al «CIBITE». Esta nueva misión podría denominarse: «Reflexionando con los gobernantes» (véase el ANEXO VIII). La narrativa de esta fase de la gamificación plantea la necesidad de que los alumnos y las alumnas, como miembros activos del CIBITE, y observando que la misión anterior no logró los resultados esperados, se enfrenten a un nuevo reto. El reto sería ahora el de preparar una reunión con gobernantes de distintas naciones, con objeto de dialogar con ellos y enseñarles a tomar decisiones cuidadosas y resolver problemas de manera reflexiva gracias a los recursos que proporciona el conocimiento ético. 

Esta misión tendría dos fases. En la primera (que es la que corresponde a esta sesión) el objetivo didáctico sería profundizar en el conocimiento de las ideas más representativas de las teorías éticas expuestas en la primera actividad; y en la segunda fase (tercera sesión) se invitaría al alumnado a aplicar dichas ideas en el análisis de determinados dilemas morales. 

En esta primera fase (a la que podríamos llamar «Expertos en ética») se sugiere que cada grupo elija a un autor o autora asociado a cada una de las tres teorías éticas ya expuestas (por ejemplo, Aristóteles para las éticas de la virtud; Immanuel Kant para las éticas del deber, y John Stuart Mill para las éticas de la felicidad) y que, siguiendo la técnica de «grupos de expertos» (véase ANEXO XIV) y haciendo uso del material aportado por el profesor o profesora, explique al resto de compañeros los principios de la teoría ética seleccionada, aportando ejemplos y exponiendo cómo la teoría en cuestión podría orientar ciertas decisiones y desaconsejar otras. Deberían crear además una pequeña actividad, juego o dinámica (por ejemplo, creando juegos de preguntas y respuestas, roscos, unir palabras y otros, usando herramientas digitales como Cerebriti, Educaplay, Kahoot, Genially…), que permita comprobar que los compañeros han comprendido lo explicado. 

Los equipos recibirían una insignia de «semilla del bien» en el caso de haber realizado correctamente la explicación y haber logrado que los compañeros la entiendan. Para evaluar esta tarea se podría utilizar la rúbrica del ANEXO IX u otra similar diseñada por el profesor o profesora, que actuará como guía del aprendizaje durante el desarrollo de toda la actividad, ayudando a los alumnos y alumnas a explicar y comprender los contenidos pertinentes.

En la segunda fase, a la que podríamos denominar «Prácticas de ética», la misión continuaría con la aplicación práctica de las teorías estudiadas. Para ello, los alumnos y alumnas habrán de intentar resolver razonadamente algunos dilemas éticos (ANEXO VIII), considerando para ello las tesis y argumentos de los autores y autoras examinados, o proponiendo, si lo ven conveniente, alguna otra tesis o solución alternativa. Antes de resolver los dilemas construirán en gran grupo, de manera colaborativa y con la orientación del profesor o profesora, la rúbrica que les permitirá evaluar el trabajo de cada equipo. 

Al finalizar las actividades, los alumnos y alumnas resumirán lo aprendido en su cuaderno, bitácora o diario de metacognición.