En esta primera actividad, a la que el docente podrá nombrar con un título sugerente como «¿Juntos o separados?», «Individuo o sociedad», «Cada uno por su lado o todos a una», se planteará a los estudiantes una serie completa de actuaciones estratégicamente vinculadas (una suerte de «misión») en formato gamificado, que tendrá como propósito principal que se dialogue en torno a la necesidad humana de interactuar y cooperar con los demás, y acerca de si es preferible vivir en comunidad o en soledad.
En el transcurso del diálogo podrán plantearse otras cuestiones igualmente interesantes: ¿Vale la pena sobrevivir a cualquier precio? ¿Qué implicaciones éticas y políticas tienen las distintas opciones? ¿Qué valores se deducen de cada una de ellas? ¿Hay alguna opción intermedia? ¿Qué relación tiene todo esto con la educación en valores?
Más en concreto, la actividad estará estructurada tal como sigue:
1. A través de algún soporte informativo, tal como una carta, nota, documento semejando un papiro, mensaje oculto con tinta invisible o con símbolos (ANEXO 1), se le plantea a los alumnos y alumnas la situación hipotética y el objetivo que han de afrontar: se han despertado en un bosque, son los últimos individuos de la especie humana, y su objetivo es sobrevivir.
2. A continuación se les recuerda que, para lograr el objetivo, deberán realizar ciertas acciones como cazar, recolectar, construir un lugar donde refugiarse, almacenar comida y agua, cocinar y otras enumeradas en una lista (ANEXO 2), tareas para las que solo cuentan con la ayuda de un objeto (un solo objeto por alumno), representado en una tarjeta que el docente les habrá entregado al inicio de la actividad de manera aleatoria (ANEXO 3), como una cantimplora, unas cerillas, una cuerda, un rastrillo, un cuchillo, etc. La lista y la dinámica con los objetos tienen como función provocar y facilitar la reflexión acerca de la dificultad que supone intentar sobrevivir de manera individual y la necesidad que el ser humano tiene de colaborar con otros.
3. El alumnado cuenta, además, con una «lista de preguntas para pensar» (ANEXO 4), que le ayudará a decidir, a través del diálogo con los demás, si su objetivo (sobrevivir) se puede lograr de forma individual, sin cooperar con otros, o solo puede cumplirse interactuando y cooperando con los demás.
4. Por último, sería necesario que el alumnado, tras el diálogo a propósito de cada una de las «preguntas para pensar», fuera registrando las aportaciones, ideas más relevantes y conclusiones a las que vaya llegando todo el grupo (constituido como «comunidad de indagación») en un diario de sesiones, bitácora o cuaderno de metacognición (ANEXO 5). Es fundamental que los estudiantes redacten las conclusiones y las distintas respuestas o resoluciones a la situación hipotética planteada en la SA.
5. Además, y si diera tiempo, se debería realizar alguna actividad de autoevaluación como la que se encuentra incluida en el diario citado (ANEXO 5).
De manera general, se pretende que la actividad de reflexión sea, en lo posible, de carácter colectivo. Para ello, se propone que la lectura de las «preguntas para pensar» se realice en voz alta y que, bajo la guía del profesor, se dialogue en gran grupo acerca de cada una de ellas antes de pasar a la siguiente. De este modo, y siguiendo una metodología dialógica (como la que se utiliza habitualmente en el programa y la metodología de «Filosofía para Niños y Niñas»), el alumnado pondrá en práctica las virtudes argumentativas necesarias para tener un diálogo fructífero y respetuoso. Se persigue también que, a través de estas preguntas, los alumnos y las alumnas consideren la importancia y el significado de conceptos esenciales y relacionados con los saberes básicos del área como los de «ley», «justicia», «democracia» y «paz».