A la hora de clasificar la población, los criterios más relevantes para la demografía son aquellos que afectan a la edad y el sexo. No en vano, estos permiten conocer la evolución de un grupo humano, sus dinámicas más importantes e, incluso, predecir situaciones futuras.

Según su edad, organizamos la población en tres grupos:

Por su parte, la clasificación por sexo nos permite dividir la población entre hombres y mujeres. Al respecto, es importante tener en cuenta dos realidades que, si bien no son comunes a todas las regiones y países, se cumplen a nivel global:

• El número de nacimientos del sexo masculino es mayor que el del sexo femenino.
• La esperanza de vida es notablemente mayor en las mujeres que en los hombres.

Atendiendo a la estructura ocupacional -es decir, a su actividad laboral-, podemos clasificar la población en dos grandes grupos:

• Población activa. En este grupo se encuentran aquellas personas que, estando en edad de trabajar, tienen un empleo o lo están buscando. A los primeros los conocemos como población activa ocupada y a los segundos como población activa desocupada.
• Población inactiva. En este grupo se encuentran aquellas personas que, estando en edad de trabajar, deciden dedicarse a otras tareas. Es decir, no tienen empleo y lo están buscando. Entre ellos destacarían los estudiantes, los prejubilados y los que deciden permanecer en casa realizando tareas del hogar.

A su vez, la población activa puede estar ocupada en cualquiera de los tres sectores económicos: