"La huella"
Hace unos años se acuñó un término que poco a poco ha ido instalándose en las sociedades de todo el mundo: la huella ecológica. El concepto mide el impacto que sobre el medio ambiente puede provocar una persona, relacionando su forma de vida, sus acciones cotidianas y el consumo de productos y servicios que a lo largo de nuestra existencia "dejamos sobre la tierra". Si se mide la cantidad de emisiones de CO2 asociadas a dichas actividades, estamos hablando de huella de carbono. De lo que no queda duda es que nuestra presencia sobre la Tierra se deja sentir.
Desde una perspectiva histórica, es evidente que el momento clave, el que cambió para siempre nuestra relación con el medio ambiente, fue la Revolución Industrial en el siglo XIX. Hasta ese momento, nuestra "huella" puede ser considerada débil. Sin embargo, en los últimos doscientos años, la evolución de dicha relación ha sido claramente desfavorable hacia la naturaleza y todo tipo de ecosistemas, hasta el punto de que, llegados prácticamente al primer cuarto del siglo XXI, muchos de ellos han desaparecido y otros se encuentran gravemente amenazados.
Hay una serie de factores que hay que tener en cuenta a la hora de explicar nuestro impacto sobre la Tierra y el grado del mismo. Incidir sobre ellos puede cambiar la forma en la que se afecta y modifica el medio ambiente. Uno de ellos es el constante crecimiento de la población mundial y, con ello, la demanda de todo tipo de productos, bienes y servicios, empezando por el más básico: el alimento. Otro, sin duda, viene asociado a la demanda de energía, que, en los últimos tiempos, ha mostrado nuestra más absoluta dependencia tanto del suministro, como del precio. Por último, los avances tecnológicos de los últimos 150 años nos han hecho creer que la tecnología por sí solucionaría todos nuestros problemas, sin pensar en las consecuencias. Un ejemplo lo tenemos en el agotamiento de determinados recursos naturales.
Y todo ello concluye con alteraciones medioambientales y auténticas amenazas que se ciernen sobre la Tierra desde diferentes "flancos". La contaminación atmosférica, ya vista en el recurso sde este itinerario centrado en el cambio climático sería la más acuciante por su impacto global. Pero no es la única; también están: la contaminación y agotamiento de recursos hídricos. Asimismo, hay que considerar la contaminación de los suelos, que tiene como síntoma más evidente la desertización, y, por último, la desaparición de especies de fauna y flora, en un genocidio de la biodiversidad.