Las historias abandonaron el verso, ligado a la oralidad, y empezaron a habitar las páginas de los libros, bien porque eran leídas en voz alta para un público, bien porque poco a poco la lectura se transforma en una actividad individual. Sin embargo, antes del nacimiento de la novela actual, la que nosotros conocemos y cultivamos, existen otros tipos de narración. Ellas conformarán el camino necesario que conducirá a la aparición de la novela moderna de la mano de El Quijote, de Miguel de Cervantes.
Idealismo
En el Renacimiento aparecen las primeras novelas, hechas a imagen y semejanza de las que se estaban escribiendo en Italia, la cuna del renacer de la cultura griega y romana.
Estas novelas se caracterizaron, sobre todo, por no referirse a la realidad, sino, al contrario, por rehuirla mediante el uso de la fantasía.
Las novelas cortas se dividían en diferentes subgéneros:
- Novelas bizantinas: con la aventura y el viaje como motivo principal, dos enamorados se ven obligados a separarse y viven innumerables peripecias.
- Novelas moriscas: toman como contexto el periodo de la Reconquista e idealizan las relaciones entre musulmanes y cristianos.
- Novelas de caballerías: aquí se cuentan las aventuras y hazañas, con cierto componente fantástico, de caballeros andantes.
- Novelas pastoriles: cuentan las aventuras, desventuras y amoríos de pastores idealizados, en una naturaleza también embellecida.
Picardía y realidad
Pero la literatura en particular y el arte en general dan respuesta en muchas ocasiones a las angustias, necesidades, alegrías y tristezas de aquellas personas que viven en una época determinada. Por eso, es normal que, entre tantos caballeros, dragones y pastores, naciera finalmente alguna historia que nada tenía que ver con la fantasía, que contribuyese a dibujar el retrato de una época y, ya de paso, a criticarla y denunciarla.
Aunque la novela corta no dejó de tener gran éxito entre el público, gracias en parte a la aparición de la imprenta, La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, más conocida como El Lazarillo, tuvo una acogida sorprendente.
En esta novela se cuenta la vida de Lazarillo de Tormes, un niño que debe abandonar su hogar porque su madre no le puede mantener. Empieza desde ese momento un periplo que le hará pasar de amo en amo, cada cual más cruel y egoísta que el anterior. Pero esta narración no solo habla de Lázaro, de sus vicisitudes, aprendizaje y crecimiento, sino que va más allá. Quien la escribió realizó una crítica mordaz a la iglesia, representada en muchos de esos amos inhumanos, y también a las falsas apariencias de una sociedad que, además, negaba el amparo a pobres y huérfanos.
No nos debe sorprender que el autor permaneciera en el anonimato, dado que una obra con una intención crítica de este calibre, sin duda, tuvo en la época muchos detractores y su artífice hubiese podido ser condenado por reflejar de ese modo las sombras de una España a la que le costaba alejarse de la Edad Media.
El Lazarillo fue solo la semilla para el nacimiento de un nuevo género, la novela picaresca, que cultivaron otros autores como Mateo Alemán (Guzmán de Alfarache) o Quevedo (El buscón).
Como suele suceder con los clásicos de nuestra literatura, han sido muchas las formas que ha tomado El Lazarillo: cómics, películas, series e incluso humor, como, por ejemplo este sketch de José Mota o un capítulo de la serie El Ministerio del Tiempo:
El Quijote y su herencia
El Quijote
La primera novela, tal y como ahora entendemos este concepto, por lo tanto, no llega de sopetón, sino que bebe de influencias como, por ejemplo, El Lazarillo. Sus características esenciales, que serán reproducidas en adelante y hasta la actualidad en infinitud de narraciones son las siguientes:
- El realismo y la verosimilitud.
- Personajes no estereotipados o planos, sino redondos y complejos.
- La novela moderna acoge y es el recipiente que contiene todos los otros géneros.
- Por último, es polifónica, es decir, no contiene la voz de un solo narrador, sino que es explicada desde distintos puntos de vista.
Por cierto, El Quijote también ha sido objeto de muchas revisiones, aunque, hasta hace poco, la cinematográfica se ha resistido:
Su herencia
Y a partir de El Quijote, la novela, y con ella la forma de contar historias, coge tantos caminos como máquinas de escribir, ordenadores y plumas hay en el mundo. A continuación haremos un brevísimo repaso a algunas de las formas de narrar de nuestra literatura, con el objetivo de acercarnos a la gran diversidad y riqueza de nuestra narrativa.
El Romanticismo trajo consigo personajes solitarios, libres, independientes, ajenos a la sociedad en la que vivían y de la que se querían alejar. Asimismo, recuperó las leyendas como espacios idóneos para ser habitados por ellos y cumplió así otro de sus objetivos: poner de manifiesto la importancia del folclore y de los nacionalismos, el amor a la patria. Así lo ejemplifica "El monte de las ánimas", una de las leyendas creada por Gustavo Adolfo Bécquer, ambientada en la localidad de Soria:
El Romanticismo derivó en el Realismo, pero ahora las narraciones lo que guardaban era el reflejo de la realidad. Las novelas pasaron a ser ese espejo en el camino en el que se veía lo que sucedía, cómo el mundo cambiaba, cómo los personajes sentían, pensaban y hasta respiraban, como sucede en La Regenta, de Leopoldo Alas Clarín, o en Los pazos de Ulloa, de Emilia Pardo Bazán.
Llegaron luego las novelas noventayochistas, con reflexiones filosóficas como las de Unamuno; las novelas intelectuales y psicológicas de los vanguardistas; y las novela de posguerra, que encerraban las consecuencias del conflicto bélico, unas veces desde el exilio, otras desde el tremendismo y la pérdida.
En ocasiones, la experimentación ha formado parte de esa nueva manera de contar. Es lo que sucede en la primer novela de Jose María Guelbenzu, El Mercurio. ¿Qué le falta a estas líneas?:
“Anduvo, anduvo, anduvo un poco tambaleándose su dolorido cuerpo de la reciente caída y la carrera del cruce en fin también la inacción lógica de su descanso en el banco que sin embargo habíale dádole proporcionádole fuerzas para proseguir su interrumpido y aciago caminar andar marcha desde los lejanocercanos tiempos de la Unión Musical la aventura del Palace el desencanto del Ritz todo a la luz de Neptuno faro guía punto de referencia e interrogábase el desdichado acerca de cómo había conseguido llegar hasta allí cuán largo había sido su caminar que volviendo atrás la vista no llegaba a alcanzar todo el gran trecho recorrido tan largo era en verdad [...]”
José María Guelbenzu. El Mercurio. Destino.
Las formas de contar, como vemos, son infinitas y en ocasiones están condicionadas por el entorno en el que nacen. Por eso en la actualidad no solo se narra a través del papel, sino que volvemos a encontrar narraciones orales en la radio, disfrutamos de historias contadas en las pantallas e incluso las redes sociales son el soporte de muchos relatos que encierran miles de historias.