Historias de Oriente
Aunque la Ilíada y la Odisea, de Homero, son los textos más representativos de la narrativa en Occidente, es importante a veces ampliar nuestro horizonte y mirar hacia la literatura oriental, porque esta ha sido en muchas ocasiones el punto de partida de muchas de nuestras historias. A estos primeros textos narrativos les llamamos epopeyas y narraciones épicas.
Poema de Gilgamesh
Sin ir más lejos, el Poema de Gilgamesh, procedente de la tradición sumeria, es considerado una de las fuentes de las que beben, no solamente la Odisea, sino también textos tan universales como la Biblia. En esta epopeya, que data aproximadamente del año 2000 a.C., se cuenta la leyenda de Gilgamesh, rey de la ciudad de Uruk, que acabó convertido en héroe gracias a la infinitud de peripecias y aventuras que vivió en su travesía por conseguir la inmortalidad.
Se estima que su historia es narrada a lo largo de 3500 versos, escritos en 12 tablillas de arcilla, mediante la escritura cuneiforme:
«Las lágrimas corren por la cara de Gilgamesh
(al tiempo que dice):
-"(Voy a recorrer) un camino
por el que nunca he andado.
(Voy a emprender un viaje)
desconocido para mí.
[...] Debiera estar contento,
con el corazón gozoso [...].
(Si triunfo te haré sentar en) un trono."
Ellos le trajeron su armadura,
[...] poderosas espadas,
el arco y el carcaj,
y se lo pusieron en sus manos.
Él cogió las azuelas,
[...] su temblor,
(el arco) de Anshan;
puso la espada en su cinturón.
Podían comenzar el viaje.
La plebe se apiñaba cerca de Gilgamesh:
(-"¿Cuánto tiempo estarás ausente de Uruk?)
¡Que puedas regresar pronto a la ciudad!"
Anónimo. Poema de Gilgamesh. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
Mahabharata y Ramayana
La literatura hindú, por su lado, nos ha hecho llegar también sus dos grandes epopeyas, Mahabharata y Ramayana, ambas creadas, aproximadamente, en el siglo III a.C.
La primera es el poema épico más largo escrito en sánscrito, con más de 200.000 versos individuales y largos pasajes en prosa. Podríamos traducir Mahabharata como “El cuento de la dinastía de los Bhrata” y es que, de hecho, da a conocer la lucha entre dos ramas de esta misma familia por el trono de la dinastía lunar. Además de la narrativa épica, cuenta con otro aliciente, la gran cantidad de material filosófico y religioso que contiene.
La segunda, el Ramayana, cuenta cómo el rey y dios Rama se ve inmerso en una gran aventura por intentar rescatar a su esposa Sita, secuestrada por el demonio Ravana. Son 24.000 versos que, además de narrar las hazañas de los personajes, funcionan como un texto sagrado del hinduismo, en el que las enseñanzas religiosas se transmiten a través de las aventuras de los héroes.
Historias de la Antigüedad
La Ilíada y la Odisea
Sin embargo, en lo que respecta a la literatura occidental, las primeras narraciones corresponden a la Antigüedad grecolatina, la cuna de nuestra cultura y de nuestra sociedad.
Las epopeyas, en sus orígenes, narran también en verso los combates del pueblo griego y cuentan las hazañas de sus héroes en las que, de un modo u otro, siempre intervienen los dioses con el afán de controlar el destino de los hombres y las mujeres. La narración de gestas, pues, está indefectiblemente ligada a la mitología, otro importante subgénero narrativo.
En este sentido es imprescindible conocer a Homero y dos de sus grandes creaciones, también en verso: la Ilíada y la Odisea.
La Ilíada, compuesta aproximadamente en el siglo VIII a.C para ser recitada por los rapsodas, se acerca a una parte de la guerra de Troya, los 51 días de asedio de los griegos a la ciudad en busca de Helena, raptada por Paris. Homero se detiene aquí en explicar y detallar las hazañas de los héroes en el campo de batalla.
En la Odisea, uno de los protagonistas de la Ilíada, Ulises (también conocido como Odiseo), emprende el viaje de vuelta a Ítaca, su hogar, tras diez años luchando en la guerra de Troya. Tras innumerables aventuras, de las que siempre sale airoso gracias a su agilidad e inteligencia, Ulises puede regresar, pero se enfrenta a los pretendientes de Penélope, su esposa. Una vez más, su astucia hace que venza a sus enemigos. Y es que es, precisamente, la audacia e inteligencia del protagonista lo que se pretende subrayar en esta obra. Por cierto, cabe tener en cuenta que los otros protagonistas de las epopeyas de nuevo son dioses, seres mitológicos, monstruosos y mágicos.
Estas epopeyas no solo han dejado huellas en nuestra literatura, sino que lo han hecho en toda la cultura occidental:
Las fábulas de Esopo
Otro tipo de relatos tuvo mucho éxito también durante la Antigüedad, las fábulas. Se trata de textos literarios breves, escritos en prosa o en verso, que tienen como objetivo transmitir al receptor algún tipo de lección. Este género se caracteriza por tener un estilo y un lenguaje sencillos, porque su intención es llegar a un público amplio y, además, las fábulas suelen estar protagonizadas por animales que se comportan como seres humanos.
Hasta nuestros días han llegado las fábulas griegas de Esopo, cuentos que guardan tras de sí moralejas que pretenden cambiar o condicionar el comportamiento de quien las lee o escucha. Es el caso de la fábula de la liebre y la tortuga o la de la cigarra y la hormiga.
En este enlace se puede ver un cortometraje de Disney basado en una de las famosas fábulas de Esposo: clica aquí.
Historias de la Edad Media
Esas historias aleccionadoras, como hemos visto, han llegado hasta nosotros, pero antes de eso pasaron y se quedaron en otras literaturas, como la de la Edad Media. A veces lo hicieron casi textualmente, otras, pasando por el tamiz de la religión.
Exemplum
Así, los llamados exemplum son cuentos creados con una intención moralizadora y muchas veces se incluían en los sermones impartidos en las iglesias, con el objetivo de adoctrinar a los feligreses y las feligresas.
No obstante, ese tipo de narraciones no eran patrimonio exclusivo de la Iglesia, sino que se extendieron de forma masiva y fueron utilizadas también por profesores y oradores como herramienta para la enseñanza. Los ejemplos eran, y siguen siendo, una manera eficaz de ilustrar conceptos teóricos o abstractos y facilitar así su aprendizaje.
El conde Lucanor es una de las colecciones de cuentos más representativas de la Edad Media. En ella, Don Juan Manuel, sobrino del rey Alfonso X el Sabio, recopila de la cultura antigua y de otras culturas como la árabe y la hindú un gran número de fábulas y ejemplos. Esta obra era utilizada en la corte como libro de referencia para la educación de los jóvenes cortesanos, porque en ella podían entender mediante ejemplos, cómo debían actuar y comportarse ante situaciones cotidianas controvertidas. Las fábulas, pues, fueron un vehículo para la enseñanza y aprendizaje de las masas incultas, pero también de las élites más importantes del momento.
Los cantares de gesta
Más cerca de las epopeyas anduvieron los cantares de gesta, narraciones en verso sobre personajes, normalmente reales, cuyas hazañas se ven engrandecidas con el propósito de generar expectación en el público y transmitir y fomentar valores como el honor, la valentía o la religiosidad.
Los cantares de gesta eran creados y recitados por los juglares, personas cuyo oficio era ir de pueblo en pueblo enunciando estos largos poemas para recibir, a cambio, una compensación económica. Los juglares y juglaresas, pues, funcionaban como una especie de noticiero, pero además eran para los espectadores, ricos y pobres, un entretenimiento. Lo cierto es que los juglares acompañaban el recitado de los poemas con música, bailes, malabares e incluso con animales. De este modo atraían a más público y conseguían más beneficios.
Aunque el cantar más conocido es el del Mío Cid, hubo muchos otros, entre ellos un curioso cantar tardío llamado Las Mocedades de Rodrigo. Este fue compuesto aproximadamente en el año 1360 y cuenta los orígenes de Rodrigo Díaz de Vivar y sus gestas de juventud.