Heracles, el Hércules de la mitología romana, célebre por su extraordinaria fuerza, da nombre a una constelación. En este grabado astrológico del siglo XIX lo puedes ver representado con sus dos atributos característicos: la piel del león de Nemea y la maza en su mano izquierda. 

Astrología: constelaciones, Hércules (1825), grabado coloreado de Sidney Halls. Wellcome Collection, Londres.

Ulises es el nombre que los romanos dieron al héroe griego Odiseo, nombre del que deriva el título por el que se conoce a la epopeya griega homérica que narra sus aventuras, la Odisea. Aquí puedes ver una pintura del siglo XIX en la que Ulises aparece junto a su hijo Telémaco matando a los pretendientes de Penélope a su regreso a Ítaca: 

Ulises y Telémaco matando a los pretendientes, de Christophe Thomas Degeorge (1786-1854). Musée d'art Roger-Quilliot, Clermont-Ferrand.

El héroe ateniense Teseo, que había sido entregado como víctima al insaciable Minotauro, logró darle muerte con la ayuda de la princesa cretense Ariadna. En esta cerámica del período ático puedes ver una representación del héroe matando al monstruo: 

Kylis, cerámica griega del período ático (440-430 a.C.), con Teseo matando al Minotauro en el centro. British Museum, Londres.

La lira fue inventada a partir de un caparazón de tortuga, según la mitología griega, por el dios Hermes recién nacido y es atributo del dios Apolo, patrón de las artes y las letras. De este instrumento de cuerda deriva la denominación de lírica para el género literario que hoy solemos llamar poesía, pues sus composiciones, de carácter intimista, estaban pensadas para ser acompañadas por la lira. Aquí puedes ver una representación escultórica de Safo de Lesbos como poeta lírica: 

Safo (1852), de James Pradier. Musée d’Orsay, París.

Uno de los cuadros más célebres del pintor barroco Velázquez se titula La fragua de Vulcano: en él podemos ver en su taller al dios Vulcano (el Hefesto griego), estupefacto y airado al recibir la noticia, por parte del dios Apolo, de que su mujer Venus mantiene una relación adúltera con Marte, dios de la guerra.  

La fragua de Vulcano (1630), de Diego Velázquez. Museo del Prado, Madrid.

Filoctetes fue uno de los héroes griegos que participaron en la expedición contra Troya. Sin embargo, en el camino, fue mordido en la isla de Lemnos por una serpiente (enviada por la vengativa Hera) y el insoportable hedor de la herida llevó a sus compañeros a abandonarlo allí. Con todo, en el décimo año de guerra, cuando los aqueos recibieron un oráculo en el que se decía que solo podrían vencer con el arco y las flechas de Heracles, Odiseo regresó a Lemnos para hacer volver a Filoctetes, pues este había recibido las ansiadas armas de aquel. En esta escultura puedes ver al héroe cuando ya ha sido mordido:

Filoctetes en la isla de Lemnos (1852), escultura de Jean Baptiste Carpeaux. Musée des Beaux-Arts, Valenciennes.

Helios era el dios tutelar de la isla de Rodas, así que sus habitantes le erigieron una enorme estatua de bronce a principios del siglo III a.C. En 266 a.C., un terremoto derribó esta gigantesca escultura que fue considerada como una de las siete maravillas del mundo antiguo. En la siguiente imagen puedes ver una representación del Coloso en un grabado del siglo XVI:

El Coloso de Rodas (1572), grabado de Philips Galle. Statens Museum for Kunst (SMK)-National Gallery of Denmark, Copenhague.

La princesa cretense Ariadna era hija del rey Minos y de Pasífae. Cuando Teseo llegó a la isla como uno de los atenienses que sería alimento del Minotauro, la joven se enamoró de él y le dio un ovillo con el que el ateniense pudo encontrar la salida al laberinto. Ariadna huyó con Teseo a Atenas, pero finalmente fue abandonada en Naxos por el héroe. Allí la descubriría el dios Dionisos, que la convertiría en su esposa. Aquí tienes una representación de la princesa abandonada por la pintora suiza Angelica Kauffmann, del siglo XVIII:

Ariadna abandonada por Teseo (1774), de Angelica Kauffmann. The Museum of Fine Arts (MFA), Houston.

Ícaro es el hijo de Dédalo que, desoyendo los consejos de su padre, quiso elevarse volando a la altura del sol, lo cual provocó que se derritiera la cera del artefacto ideado para el vuelo y cayera en la isla llamada, desde entonces, Icaria. Este episodio inspiró en numerosas ocasiones a artistas de todos los tiempos. Aquí tienes un ejemplo del pintor flamenco Jacob Peeter Gowy:

La caída de Ícaro (1636), de Jacob Peeter Gowy. Museo del Prado, Madrid.

La conocida como Victoria de Samotracia fue descubierta en esta isla por el cónsul francés Charles Champoiseau, arqueólogo aficionado, en 1863. Se trata de una escultura helenística a la que le falta la cabeza y los brazos, pero que, a pesar de ello, conserva una impresionante fuerza y sensación de movimiento, como recién posada en la proa de un barco. Actualmente, se ha convertido en uno de los iconos del Museo del Louvre y preside la escalera Daru. Aquí puedes ver una fotografía de esta extraordinaria obra:

Victoria de Samotracia, escultura helenística (200-175 a.C.). Musée du Louvre, París.