El proceso inicial se vertebra desde una necesidad social como referencia: crear espacios lúdicos comunitarios en torno a la cooperación.

Varias preguntas de enfoque:

• ¿Conocemos juegos cooperativos?
• ¿Los practicamos en nuestro tiempo libre? Si es así, ¿qué emociones vivimos en estos juegos?
• ¿Cómo es la convivencia cuando jugamos coordinando nuestras acciones y buscando una meta compartida?
• ¿Con qué personas solemos coincidir en nuestros espacios de juego fuera de clase?
• ¿Cómo nos sentiríamos si algunos días nos juntáramos toda la clase, así como nuestras familias, para jugar cooperando?

A partir de ahí, se presenta al alumnado nuestro «Cuaderno para jugar, cooperar y convivir», que recoge diferentes juegos cooperativos. Se practica uno de ellos, a modo de ejemplo de referencia, y se insta a que, desde el área de Lengua, cada equipo lea los juegos elegidos, siguiendo la estructura de aprendizaje cooperativo «lectura compartida», y los explique después al resto de personas que integran el grupo de clase. También en el área de Lengua se redactará y enviará una carta a las posibles instituciones y organizaciones aliadas en el proceso de Aprendizaje-Servicio presentándoles el proyecto y solicitando su colaboración.