Utilizando la estructura de aprendizaje cooperativo «Folio giratorio», cada equipo de cuatro alumnas y alumnos genera un juego cooperativo (Anexo 4), definiendo el espacio de juego, el material, las personas participantes y, en su caso, sus roles, cómo se juega y el sistema de reglas. Después, lo experimentan para perfeccionarlo y lo presentan al grupo de clase. Se abren posibilidades para sugerir propuestas de modificación para cada uno de los juegos, pero son las personas que lo idearon quienes definen la versión final del juego.

Durante el proceso, la maestra o el maestro realiza un proceso de tutorización y acompañamiento, formulando interrogantes, guiando procesos inductivos, haciendo sugerencias y actuando, en cualquier caso, desde el respeto a las decisiones del alumnado.

Finalmente, se practican los juegos ideados y se trata de profundizar en claves que permiten tomar decisiones adecuadas en cada uno de ellos, delimitar las habilidades que se requieren y propiciar contextos para una convivencia constructiva. 

En función de las singularidades de cada grupo, esta fase puede integrar entre dos y tres sesiones.