Las duras condiciones de trabajo del proletariado
El proceso de industrialización trastocó la composición social y económica de cada país. Al obrero de las fábricas que se concentraban en las ciudades se le llamó "proletario"; es decir, la "persona que no dispone de medios propios para subsistir y necesita vender su fuerza de trabajo a cambio de un sueldo" (definición de la RAE).
Las condiciones del proletariado (conjunto de proletarios) eran muy duras y exigentes, y las podemos resumir en las siguientes:
- Uso de maquinaria peligrosa, como lanzaderas textiles o fresadoras, que causaban frecuentes accidentes de trabajo y muy poca seguridad en el puesto de trabajo.
- Jornadas de trabajo interminables, que podían llegar a las 14-16 horas diarias.
- Salarios paupérrimos, en muchas ocasiones por debajo del nivel de vida. A esto se añade que el salario de las mujeres y niños era inferior al de los hombres.
- Trabajo desde edades tempranas, lo que causaba explotación infantil desde los 6 años de edad.
- Los trabajadores no tenían derecho a organizarse o protestar, al menos no hasta el nacimiento de los sindicatos.
- No existían coberturas sociales ni beneficios en caso de enfermedad, accidente laboral o desempleo.
Estas condiciones ocasionaban cansancio permanente y falta de sueño, lo que contribuía al embrutecimiento del obrero. Muchos observadores se hicieron eco del abuso del alcohol, al que los trabajadores recurrían como medio de evasión.
A pesar de todo, se fueron consiguiendo mejoras laborales gracias a la organización obrera y la protesta. Como ejemplo citamos la Factory Act de 1833 en Gran Bretaña, que establecía que ningún niño por debajo de los 9 años podía trabajar en una fábrica. Además, los niños trabajadores menores de 13 años debían asistir a la escuela durante dos horas diarias.