La novela idealista
Durante el Renacimiento, y con al auge de la prosa, la novela de ficción se convertirá en uno de los géneros de mayor aceptación entre el público. Esto se debe al aumento de lectores, propiciado, fundamentalmente, por el interés de la nobleza y la burguesía hacia la cultura y por la rapidez con que la imprenta de Gutenberg imprimía las obras. Aunque también se cultivó la novela realista, el público prefería las novelas idealistas, pues estas permitían a sus lectores evadirse de la realidad hacia mundos lejanos y exóticos.
Las novelas idealistas del Renacimiento presentan una serie de rasgos comunes:
- Personajes planos. Están protagonizadas por personajes idealizados, esto es, que presentan rasgos inverosímiles y que, además, no evolucionan a pesar de las experiencias vividas. Estos personajes representan rasgos tipo, como pueden ser: un príncipe valeroso, una doncella fina y delicada o un dragón fiero.
- Espacio y tiempo remotos. Los escenarios propios de este tipo de ficciones son lejanos, legendarios e ideales, inspirados, frecuentemente, en el mundo medieval.
- Ritmo lento. Las historias idealistas presentan un ritmo narrativo lento, con descripciones minuciosas y largas y digresiones que se alejan de la trama principal.
- Argumento complicado. La trama de estas novelas resulta, muchas veces, complicada. Con el fin de cerrarla, ser suele recurrir a soluciones mágicas.
- Lenguaje grandilocuente. El lenguaje que utilizan es recargado, muy elaborado y artificioso.