Cuando nos referimos a “reinos de la naturaleza” podemos definirlos basándonos en la Real Academia de la Lengua Española (RAE) como “cada una de las grandes subdivisiones en que se consideran distribuidos los seres naturales”. Si realizamos una definición más cercana a la biología la RAE nos habla de “categoría taxonómica que agrupa filos de organismos que comparten rasgos vitales básicos como moneras, protistas, hongos, plantas y animales”.

Para definirlo de una forma más sencilla diremos que los seres vivos pueden dividirse en cinco grandes reinos, nosotros vamos a referirnos al reino animal, vegetal, de las algas, de los hongos y de las bacterias, que coinciden en unas características comunes propias de ese reino (su composición celular, características morfológicas, el hábitat en el que viven, su nutrición, etc.).

El reino animal en el que nos vamos a adentrar en profundidad a lo largo de este recurso es el más complejo y avanzado de todos los reinos. En el planeta existe una enorme biodiversidad, millones de especies de animales habitan en la Tierra en medios naturales muy diferentes y sobreviven en ocasiones a situaciones críticas de emergencia, como la crisis climática que estamos sufriendo o la falta de medidas para preservar y proteger las especies animales, que cada vez incrementan en número la lista de especies en peligro de extinción.

De forma que a nivel mundial la Organización de las Naciones Unidas (ONU) persigue conseguir un marco mundial común para la gestión de la naturaleza que consiga guiar a los países en las diferentes medidas, como la de proteger el 90% de la biodiversidad de especies animales silvestres y domésticas.

Si tuviésemos que decir qué tipo de animales habitan la tierra podríamos hacer referencia a ellos según diferentes clasificaciones o también denominadas taxonomías.

Podemos clasificarlos según su hábitat o el medio en el que habitan: podemos diferenciar entre animales terrestres, acuáticos y aéreos.

Animales terrestres: su medio natural por excelencia es la tierra, por lo tanto, podemos encontrarlos en diferentes biomas como el bosque templado, la selva, la sabana, el desierto o lo polos. Según el ecosistema en el que habitan, las diferentes especies de animales han desarrollado una adaptación al medio que les permite mantener las condiciones necesarias para la vida.

Así, por ejemplo, los animales de los polos desarrollan un fuerte pelaje, pieles gruesas y compuestas por grasa para aislarse del frío o los animales del desierto, que disponen de una gran capacidad para almacenar agua y poder sobrevivir a la sequía como los dromedarios que lo hacen reteniendo gran cantidad de agua en sus jorobas.

Como podemos observar los animales terrestres tienen la capacidad de adaptarse a entornos muy diversos, incluso, con condiciones extremas para la supervivencia. Este grupo de animales puede habitar en la superficie terrestre o en el subsuelo, en las rocas, en superficies arenosas o en las copas de los árboles desplazándose de unas a otras sin llegar a pisar el suelo, como las ardillas voladoras que han desarrollado unas membranas en sus extremidades que les permite planear en sus saltos de una rama a otra.

Animales acuáticos: su medio natural es el agua salada o agua dulce.

Los animales de agua salada  que componen el primer grupo habitan en mares y océanos. Teniendo en cuenta que nuestro planeta está formado por un 75% de agua salada podemos deducir que mares y océanos ocupan una gran superficie del planeta y por lo tanto abastecen a una gran diversidad de especies marinas. Entre los animales acuáticos de agua salada encontramos al animal más grande del planeta, la ballena azul, de una longitud de 30 metros y un peso de 120 toneladas, pudiendo alcanzar una media de vida de unos 80 a 100 años, longevidad que supera la ballena de Groenlandia o boreal con una genética que le permite alcanzar los 200 años de vida.

Los animales de agua dulce generalmente habitan en los ríos, charcas y lagos y abarcan desde las especies más pequeñas de peces localizados en los pantanos de la isla de Sumatra, la especie “paedocypris” cuyas hembras alcanzan una longitud de 7.5 milímetros, hasta animales de agua dulce de grandes dimensiones como la “piraiba” o pez gato, que habita en el río Amazonas y que suele tener una longitud media de unos 3,5 metros y puede alcanzar un peso de unos 200 kilogramos. Como podemos observar la enorme diversidad es una característica general en el reino de los animales independientemente del medio en el que habiten.

Animales aéreos: se desenvuelven en el aire y tienen la capacidad de poder volar, para lo que requieren unas características anatómicas concretas.

Atendiendo a cómo se desenvuelven en el medio podemos decir que existen aves migratorias capaces de recorrer grandes distancias para desplazarse generalmente a entornos más cálidos en los que pasar el invierno. Es el caso del vencejo común, capaz de recorrer largas distancias en procesos migratorios, llegando a alcanzar una distancia de 1000 kilómetros en un solo día. Algo característico del vencejo común, es la capacidad de poder volar y mantenerse únicamente en el medio aéreo a lo largo de todo su ciclo vital. Algunas aves marinas, se desenvuelven mejor en el entorno del mar y del litoral del que obtienen su principal fuente de alimento, como las gaviotas, los cormoranes o las pardelas. Pero también existen algunos riesgos para las aves marinas como la búsqueda de alimento cerca de los buques pesqueros que en ocasiones provoca su captura accidental al quedar atrapadas en las redes y artes de pesca.

Existen aves que son menos exigentes en cuanto a la alimentación y las condiciones de vida y pueden adaptarse mejor a cualquier cambio en el hábitat (contaminación, alimentación, anidación), por lo que consiguen sobrevivir alejados de la vida silvestre en entornos urbanos. A estas aves se las denominan aves generalistas.

No podemos afirmar que todas las aves son aéreas, ya que hay algunas especies que no pueden volar como el avestruz, que se caracteriza por ser un ave corredora o el pingüino que es un ave buceadora, ya que sus aletas se han adaptado para sobrevivir al medio acuático antártico y las utilizan para nadar permitiendo así capturar mejor a sus presas y gastar menos energía.