Esta es una zona muy poco poblada, con pequeños pueblos y normalmente situados en el fondo de los valles, buscando tierras más fértiles y un clima un poco más templado que en las alturas. Las viviendas tradicionales suelen estar construidas en piedra, con pequeñas puertas y ventanas para conservar el calor y tejados muy inclinados para evitar que se acumule la nieve.
Los cultivos de subsistencia, la explotación forestal y sobre todo la ganadería han ocupado el territorio. Hablamos de zonas montañosas, frías, con abundantes nevadas en invierno y de vida dura y difícil, lo que explica que la población joven emigre a las ciudades, en busca de más oportunidades y servicios. Por todo ello, el envejecimiento de la población es el principal problema demográfico de esos enclaves.
Actualmente se ha sumado la actividad turística tanto en verano como sobre todo en invierno, ligada a las estaciones de esquí y deporte invernales. Eso ha permitido diversificar su atractivo y fijar la población en el territorio.
A pesar de contar con pocos habitantes, este espacio está fuertemente alterado por el ser humano. De hecho, gran parte de los pastos en cotas bajas -por debajo de los 2.000 metros de altura- son artificiales, fruto de la deforestación para crear pastos para el ganado. En alta montaña, las estaciones de esquí, así como las vías de comunicación y urbanizaciones asociadas, ocupan y modifican profundamente el territorio. A pesar de esto, la tendencia actual se orienta a la recuperación de la vegetación natural en grandes áreas, pues la despoblación y el envejecimiento van unidas a el abandono de la actividad ganadera. De esta manera, el bosque retoma progresivamente su lugar.