El problema, no es el conflicto.
Como ya hemos visto en la introducción, los conflictos no son el problema. El verdadero problema aparece cuando no sabemos gestionarlo o no tenemos las herramientas adecuadas que nos ayuden a encontrar una solución dialogada y pacífica.
Normalmente, la resolución de conflictos se basa en un proceso de mediación y de empatía, pero también se pueden destacar otros pasos que ayudan a resolverlos. Entre ellos:
Identificar el conflicto
Es importante que identifiques cuál es el problema que originó el conflicto y que seas capaz de expresarlo.
Reconocer la emociones
Es vital que reconozcas tus emociones y las identifiques para poder solucionar el conflicto. Es bueno generar una ronda de preguntas en la que puedas expresar cómo te sientes, qué te hace sentir así o por qué reaccionas de la forma en que lo haces.
Generar soluciones
La creatividad y la colaboración son claves para generar soluciones. Es importante que te plantees preguntas que permitan dar posibles soluciones, por ejemplo: ¿Qué puedo hacer para ayudar? ¿Qué harían otros niños frente a esa situación?
Valorar y probar cada solución
Cuando hay un proceso de valoración de las soluciones planteadas, los niños se sienten escuchados. Este proceso permite ir valorando cada una de las propuestas, en base a las ventajas e inconvenientes de cada opción.
Recordar los pasos
Se debe aprovechar la oportunidad para recordar los pasos de las técnicas de resolución de conflictos. De esta forma se convierte en un hábito cotidiano.
Evaluar lo ocurrido
Reforzar los sentimientos positivos contribuirá a mantener el control emocional ante conflictos futuros.