¿Qué es un ecosistema de desierto?
DEFINICIÓN DE UN ECOSISTEMA DE DESIERTO
La Real Academia de la Lengua Española (RAE) define ecosistema como una comunidad de seres vivos cuyos procesos vitales se relacionan entre sí. En el caso de los ecosistemas de desierto se trata de hábitats que nos demuestran la capacidad de adaptación de las especies que sobreviven pese a la escasez de agua y a la aridez del terreno y que nos muestran una enorme riqueza en cuanto a biodiversidad con un alto valor biológico. Esto otorga a estos biomas un papel muy importante como el de garantizar el equilibrio ecológico entre los diferentes ecosistemas y fijar el dióxido de carbono, almacenando el CO2 que de otra forma se encontraría en la atmósfera, ayudando así a contrarrestar los efectos del cambio climático.
En cuanto a su ubicación, por orden de extensión encontramos desiertos tan importantes como el Sáhara con una superficie de 9.4 millones de km² que se localiza en el norte de África, seguido del Desierto de Arabia con 2.3 km² de extensión, el Gobi con 1.23 km² que se ensalza sobre el Himalaya, el Kalahari de 930.000 km² situado en el sur de África o el Gran Desierto de Victoria, bioma del sur de Australia que cuenta con más de 420.000 km².
CARACTERÍSTICAS DEL ECOSISTEMA DEL DESIERTO
Factores abióticos
Los factores abióticos que influyen en estos ecosistemas de desierto son entre otros:
- Las precipitaciones son la característica fundamental de estos biomas ya que en los desiertos más áridos pueden llegar a recogerse tan solo 150 mm de agua de lluvia al año.
- El suelo de los ecosistemas de desierto tiene la característica de ser muy árido y pobre en nutrientes, muy poco permeables y con baja capacidad para retener el agua, de tal forma que en algunas estaciones del año cuando se producen algunas precipitaciones llegan a formarse los “uadis”, surcos que simulan los cauces de un río marcados en el suelo pero que llegan a ser improductivos porque enseguida se evaporan debido a las altas temperaturas. En ocasiones la rápida evaporación forma también rocas sedimentarias que reciben el nombre de “rosa del desierto” por la cristalización en forma de flor que se produce gracias a la arena, el yeso y el vapor de agua. En el Gran Desierto Victoria podemos encontrar un mineral muy valorado, el "ópalo” que se utiliza como piedra tallada y en joyería al ser un cristal multicolor de gran belleza.
- Las temperaturas en estos biomas se caracterizan por sufrir una gran oscilación entre el día y la noche y también según las diferentes estaciones. Por ejemplo, en el desierto del Gobi pueden llegar a alcanzarse temperaturas máximas de 38ºC en verano y de -45ºC en invierno.
- La fuente de energía solar que reciben los desiertos con respecto a otras partes del mundo es tan elevada, que según recoge un estudio realizado por el PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente) estos ecosistemas podían almacenar en solo un día la energía consumida por todo el planeta a lo largo de un año. Una alternativa a las extracciones petrolíferas son los parques fotovoltaicos de energía solar, aunque siempre deben de ser respetuosos con la conservación de este bioma.
Factores bióticos
Los factores bióticos de este ecosistema se caracterizan por poseer una enorme capacidad de adaptación al medio, puesto que las condiciones climatológicas del desierto son extremas.
En el caso de la vegetación presentan estructuras que ayudan a sobrevivir a las especies a los intensos periodos de sequía como el desarrollo de espinas para almacenar agua, grandes tallos que suplen la función de las hojas para realizar la fotosíntesis y semillas que pueden mantenerse durante tiempo y germinar con muy poca humedad. De la misma manera, los animales del desierto también cuentan con un instinto natural de supervivencia que les permite realizar adaptaciones al medio como la capacidad de regular su temperatura corporal, utilizar el camuflaje para ocultarse en el desierto, excavar grandes orificios en los que adentrarse para protegerse del calor extremo o desarrollar plumajes capaces de recoger el agua de lluvia y almacenarlo.
Dentro de los factores bióticos encontramos la siguiente clasificación:
- Productores: capaces de subsistir por sí mismos como las plantas que necesitan de la luz del sol para poder realizar la fotosíntesis. La vegetación que se alza sobre el arenoso y rocoso suelo del desierto se caracteriza por el predominio de plantas espinosas como el cactus, entre los que destaca el “cactus saguaro gigante”, con una longevidad de 200 años y que cuenta con un interior esponjoso capaz de almacenar una gran cantidad de agua y un crecimiento lento que le permite alcanzar hasta los 16 metros de altura. También podemos encontrar arbustos como el “tamarisco” en el Sahara o el árbol “saxaul” en el Gobi.
- Consumidores primarios: son los seres vivos que se alimentan de plantas. Entre ellos, en el desierto encontramos insectos y arácnidos, pequeños roedores y mamíferos de mayor tamaño como camellos y dromedarios capaces de subsistir, gracias a la grasa que almacenan en sus jorobas y que transforman en agua. Un herbívoro muy singular del desierto del Sahara es el “addax”, uno de los rumiantes capaces de sobrevivir con una cantidad mínima de agua. Este antílope que posee unos cuernos que crecen en forma de espiral se encuentra en peligro de extinción dentro de su hábitat, contando en la actualidad con tan solo unos 500 ejemplares. Su rasgo más característico es la “x” de pelaje blanco que se puede observar sobre su frente.
- Consumidores secundarios: se alimentan de otros animales, por lo tanto, son carnívoros y omnívoros y entre ellos encontramos grandes depredadores como el “guepardo del Sahara” que se alimenta de gacelas y addax, suele ser muy rápido y solitario y se encuentra en peligro de extinción. Otro animal secundario característico de estos biomas es el “zorro del desierto” también denominado “feneco” o “fennec”, que utiliza sus orejas como medio físico para regular la temperatura corporal y es omnívoro, empleando como principal fuente de alimento plantas, insectos, aves y pequeños roedores. Entre los animales carnívoros encontramos el “escorpión” o “alacrán del desierto” que se alimenta de insectos como grillos o langostas e incluso de pequeños mamíferos como roedores. Utiliza un veneno neurotóxico que ayuda a paralizar los movimientos de sus presas y las pinzas como elemento de agarre para garantizar la captura. Los reptiles también constituyen uno de los consumidores secundarios más característicos del ecosistema del desierto, serpientes y lagartos fundamentalmente con una enorme capacidad para adaptarse y ocultarse para sorprender a sus presas, algunos de ellos son venenosos y se alimentan de huevos de otras especies y de lagartijas, insectos, aves, ratones y presas más grandes.
- Consumidores terciarios: en el desierto podemos encontrar animales carroñeros que se alimentan de los cadáveres de las presas que han sido consumidas parcialmente por otros animales carnívoros. Entre estos animales podemos encontrar cuervos, coyotes, zorros y buitres, entre los que destaca el “buitre negro” de pequeña envergadura y gran capacidad de resistencia al calor.
- Descomponedores: son microorganismos como bacterias y hongos que se alimentan de la materia orgánica en descomposición de los productores y consumidores (materia orgánica, excrementos, restos de animales, etc.). En el desierto entre los organismos descomponedores se da la particularidad de poseer la capacidad de sobrevivir a temperaturas extremas y con una enorme variación. Al igual que en otros ecosistemas encontramos entre estos seres vivos las termitas, lombrices de tierra, los escarabajos peloteros, las hormigas, los hongos y las bacterias que ayudan a descomponer la carroña sobrante de los animales en estado de putrefacción.