Las tribus que sobreviven a las condiciones extremas del desierto
Los desiertos pese a sus condiciones inhóspitas y extremas acogen vida humana gracias a la permanencia en estos hábitats de aborígenes muy arraigados a sus costumbres y con un alto valor antropológico.
Así en el desierto del Sahara podemos encontrar a los tuaregs y a los beduinos. Los tuaregs, cuyo nombre significa “abandonados” conservan su propia lengua el “tamashek” y su propia escritura, el “tifinagh”. Es un pueblo nómada, que se dedica al pastoreo y al comercio mediante caravanas de camellos que cruzan el Sahara para el mercadeo de la sal, costumbre que se está perdiendo con el paso de los años. Los hombres llevan el rostro cubierto por turbantes de color azul añil que se denominan “ché-chés”.
Los beduinos toman el nombre de la palabra “bedu” que significa nómada por lo que también llevan una vida errante y se agrupan en tribus cuya lengua es el “badawi”. Algunas de estas tribus son seminómadas, se dedican a la agricultura y al pastoreo de cabras, camellos y dromedarios, ya que la leche constituye su gran fuente de alimento.
En el desierto de Gobi también podemos encontrar poblaciones que habitan las zonas desérticas, los mongoles de Torgod, que se alojan en viviendas denominadas “ger” o “yurta”, de estructura circular y cubiertas por fieltro de lana o cuero. También son errantes y se dedican al cuidado de caballos y yaks, de los que consumen leche fermentada.
En el desierto Kalahari también encontramos un pueblo muy singular, los "bosquimanos", que constituyen el grupo de población más antiguo del sur de África y que hablan el "khoisan", lengua característica por sus sonidos similares a un chasquido. Son cazadores y recolectores y están completamente adaptados al medio desértico siendo capaces de extraer agua incluso del bulbo de una raíz gracias al gran conocimiento que tienen de su entorno. Para la cohesión del grupo utilizan la música y la danza y destacan algunos instrumentos como los cascabeles que elaboran con elementos de la naturaleza, como capullos de mariposas de los que extraen las crisálidas y que rellenan de cáscara de huevo y que suelen colocarse en los tobillos para acompañar con bailes rítmicos sus ceremonias.
No debemos olvidar que el hombre es un ser vivo que forma parte de estos ecosistemas como de otros muchos biomas que existen a lo largo del globo terráqueo. Por ello es muy importante entender la necesidad de preservar estos biomas con las condiciones que permiten mantener su biodiversidad propia pero también sus características físicas. El respeto al medio ambiente debe de ser una premisa que tiene que estar presente en el modo de vida actual para garantizar el cuidado y preservación de nuestro planeta y lograr mantener aquellas poblaciones autóctonas que son fruto de saber y tradición de lugares tan singulares y solitarios como el desierto.