La expansión de Asturias
La creación del reino de Asturias fue coincidente en el tiempo con la batalla de Covadonga. Posteriormente, los musulmanes se replegaron al sur de la línea del Duero, dejando una "tierra de nadie" entre la cordillera Cantábrica y el río. El nuevo territorio se desplazó hacia el oeste y hacia el sur, ocupando las nuevas tierras con población de origen astur, visigótica o mozárabe que huía de los árabes.
Así, la capital pasa de Cangas de Onís, en un primer momento, a Oviedo en el año 825. Con toda la cornisa cantábrica controlada desde Vizcaya hasta Galicia, el reino de Asturias avanza por la línea del Duero hasta el norte de Portugal y parte de la meseta septentrional. En el año 856 se repuebla y fortifica León, adonde se trasladará posteriormente la capital.
Los siguientes años son muy convulsos, con continuas uniones y separaciones de territorios por herencias entre los hijos de los soberanos y posteriores disputas. Así, a la muerte de Alfonso III en el año 910, el reino de Asturias llegará a su máxima expansión, ocupando, además, Galicia, Portugal y León. A su muerte dividirá sus posesiones entre sus hijos, iniciando otra época de inestabilidad.
En la zona de contacto con Navarra, hacia el año 850 aparecerá el condado de Castilla, que se expandirá haca el sur. Posteriormente, Sancho III el Mayor, rey de Navarra entre 1004 y 1035, unificará todos los reinos cristianos peninsulares exceptuando los territorios catalanes. Con todo, a su muerte, sus posesiones volverán a dividirse entre sus hijos. Uno de los principales hitos de esta época fue la conquista de Toledo al 1085 por Alfonso VI.
Los pobladores de estas tierras serán colonos libres, fundarán concejos donde practicarán la ganadería y, según se consolide la conquista y repoblación del territorio, la agricultura. En un primer momento, la tierra de nadie del valle del Duero fue ocupada de manera autónoma y espontánea mediante el sistema que conocemos como aprisio o presura. En las siguientes décadas, entre el Duero y los montes de Toledo se desarrollará la repoblación concejil, donde los nuevos habitantes cristianos se organizarán en concejos o municipios. Éstos contarán con un representante del rey y de los caballeros que tienen que defender el territorio, recibiendo una serie de leyes y privilegios, así como casa y tierras.