Aparecen los núcleos de resistencia occidentales
La historia de los reinos cristianos del norte peninsular está íntimamente relacionada con la de al-Ándalus. Así, mientras este se mantuvo unido, los territorios norteños estaban a la defensiva, sufriendo frecuentes expediciones de castigo por parte de los musulmanes. Poco a poco, la situación fue cambiando y, a partir del 1031, con la disolución del Califato, pasan claramente a la ofensiva.
Como ya sabemos, los musulmanes entran en la península en el 711, iniciando una rápida expansión que les llevará hasta Poitiers, actual Francia, en el 732. Esta derrota los obligará a replegarse al sur de la cordillera Cantábrica y de los Pirineos, de manera que se establecen unos primitivos núcleos de resistencia cristiana en esas zonas montañosas.
Es en este contexto cuando tiene lugar la batalla de Covadonga, de la que en realidad sabemos muy poco. Además, contamos con dos versiones muy diferentes de lo que allí aconteció. Ahora bien, es indudable que supuso el inicio del reino de Asturias y de la resistencia frente al islam en esos territorios. Todo indica que en el año 722, un caudillo militar llamado Pelayo hizo frente a unas tropas árabes en la zona de las montañas de Covadonga. Una interpretación dice que Pelayo era un noble visigodo al que se unieron los astures, mientras que otros historiadores sostienen que era un líder autóctono. Lo realmente importante fue la creación de un reino, del cual en un futuro surgirán León, Castilla y Portugal.