Aragón
La formación del reino de Aragón está determinada por su situación geográfica. Nace como una serie de condados en la vertiente sur del Pirineo Central, el más abrupto y con las mayores elevaciones. A partir del 802, el imperio carolingio organiza condados autónomos entre sí, pero dependientes del poder franco. Este fue el caso, por ejemplo, de Jaca, Sobrarbe y Ribagorza. Estos territorios se vincularan con el naciente reino de Navarra. De hecho, el primer rey de Aragón será Ramiro I, quien heredará esos territorios de su padre, Sancho III el Mayor de Navarra.
El nuevo reino, con capital en Jaca, continuará ligado a Navarra, con la que se unirá en diferentes ocasiones. Finalmente, en el año 1095, como consecuencia del avance hacia el sur, la capital se trasladará a Huesca.
El gran salto territorial se dará cuando ocupe la zona del valle del río Ebro, en tiempos de Alfonso el Conquistador, instalando la capital en Zaragoza en el año 1135. A partir de ese momento, acontecerán una serie de problemas sucesorios que tocarán a su fin en el 1137 con el matrimonio de la heredera de Aragón (Petronila) y el conde de Barcelona, (Ramón Berenguer IV). Esta unión matrimonial será determinante para el futuro, ya que alejará al reino de Aragón de Castilla y de Navarra, creando la Corona de Aragón y uniendo los destinos de aragoneses y catalanes para los próximos siglos.