El nombre frente a la realidad
Origen del concepto
En 1953, la muerte de Stalin permitiría avanzar hacia una nueva forma de relaciones internacionales. De hecho, el nuevo líder soviético Nikita Kruschev habló por primera vez del concepto "coexistencia pacífica" tan solo dos años después, en 1955. La Guerra de Corea (1950-1953) había terminado sin un ganador claro, y tanto EE.UU. como la URSS habían perdido más de lo que habían ganado. Con la nueva política, Kruschev reconocía la existencia de una realidad económica (capitalista) diferente del régimen socialista que él dirigía en la Unión Soviética (URSS) y la necesidad de llegar una tolerancia mutua que les permitiera desarrollar su política económica sin injerencias extranjeras. La idea, según sus propias palabras, era demostrar al mundo que el sistema socialista era el más adecuado y así convencer a otros países de sus beneficios para que adoptaran esa misma forma de gobierno.
Durante este periodo, ambas potencias reconocieron la nueva realidad que se había impuesto en el planeta tras la II Guerra Mundial. Así, el presidente de los Estados Unidos John Fitzgerald Kennedy diría que "debemos analizar los problemas que nos unen en lugar de insistir en los que nos separan" y Kruschev que no había más camino que "vivir en paz como buenos vecinos o ir hacia una próxima guerra".
Estas posiciones no impidieron, sin embargo, que se sucedieran los roces, las amenazas o incluso cruentas guerras locales que llevaron al mundo al borde de un holocausto nuclear, pues ambos países se vieron inmersos en una verdadera carrera armamentística que los llevó a almacenar material nuclear suficiente como para destruir el planeta varias veces.
Es en ese estado de competición donde debemos situar los comienzos de la lucha por conquistar el espacio. En este periodo la Unión Soviética parecía tomar la delantera, pues fue capaz de enviar al primer ser humano al espacio (Yuri Gagarin en 1961).
El muro de Berlín
Tras la división de Alemania y de Berlín, su capital, en la Conferencia de Yalta de 1945, la ciudad había quedado aislada en la llamada República Democrática Alemana (RDA), la parte oriental de Alemania, que estaba bajo un régimen comunista. Sin embargo, las potencias occidentales, y en especial Estados Unidos, la convirtieron en un símbolo y no aceptaron en ningún momento que se integrara en la RDA. Ya en 1948 había sufrido un bloqueo cuando la Unión Soviética cerró las comunicaciones de Berlín con Alemania Occidental, bloqueo que EE.UU. solucionó estableciendo un puente aéreo con vuelos diarios durante un año, en lo que fue una demostración de fortaleza económica hacia los países socialistas.
Desde entonces, el número de ciudadanos de la parte oriental que escapaban a la zona occidental fue creciendo, hasta alcanzar los dos millones de personas, a pesar de los intentos de la propaganda soviética para impedirlo. En la noche del 12 al 13 de agosto de 1961 las autoridades de la RDA cortaron la conexión entre las dos partes de la ciudad y comenzaron a levantar un muro para poner freno a esta huida. El muro de Berlín pronto se convirtió en un símbolo de las diferencias entre los dos modelos que se habían impuesto en el mundo en general y en Europa en particular.
Y también fue un símbolo su caída. Cuando en noviembre de 1989 el régimen comunista de la Unión Soviética se tambaleaba, la apertura de la frontera en Berlín supuso el primero de los pasos que llevaron a la unificación de Alemania al año siguiente y la desintegración de la URSS en 1991.
La crisis de los misiles cubanos
En 1962, un avión espía norteamericano detectó misiles soviéticos en Cuba, preparándose para tener la capacidad de lanzar un ataque nuclear sobre EE.UU. Se iniciaban así los días de mayor tensión de toda la Guerra Fría, el único momento de todo este periodo en el que se activó el estado DEFCON 2, el escalón de alarma inmediatamente anterior a la declaración de guerra.
El entonces presidente de EE.UU., John Fitzgerald Kennedy, buscando una solución que evitara una guerra nuclear, optó por el bloqueo naval para impedir la llegada de barcos soviéticos a Cuba. Se inició entonces una escalada de tensión entre la URSS y EE.UU. en la que ninguno de los dos podía mostrar debilidad, y que mantuvo al mundo en vilo durante cerca de dos semanas. Al final, las difíciles negociaciones se saldaron con la retirada de los misiles a cambio del compromiso por parte de EE.UU. de no invadir Cuba (un país socialista gobernado desde 1959 por Fidel Castro tras el triunfo de la revolución en la isla) y de retirar sus propios misiles nucleares instalados en Turquía, país fronterizo con la Unión Soviética.
A raíz de este conflicto, y teniendo en cuenta lo cerca que estuvieron ambas potencias de desatar un conflicto nuclear, sus respectivos presidentes establecieron una forma de comunicación más directa para evitar situaciones similares en el futuro: el llamado "teléfono rojo".