El final de la II Guerra Mundial dejó el planeta dividido en dos claras zonas de influencia que ya hemos trabajado en el itinerario “La Guerra Fría y la descolonización”, que puedes localizar en la web del proyecto "Itinerarios didácticos". El mundo se convirtió en un inmenso escenario donde cada uno de los bandos enfrentados trataba de mostrar sus logros. Y es en ese escenario donde situamos la llamada cultura occidental, reflejada en la música, la moda o el cine.

Por lo que respecta a la cultura, fueron la televisión y el cine (y en la actualidad internet) los que se encargaron de difundir por todo el mundo el estilo de vida occidental, cuya evolución se puede seguir perfectamente atendiendo, por ejemplo, a los gustos musicales. Elvis Presley supuso una revolución (y un escándalo) en su época difícil de imaginar hoy en día. Y algo parecido ocurrió con la aparición de Los Beatles, la música pop en general o el rap. 

Esa cultura, llamada cultura de masas, se encargaba de animarnos al consumo de unos bienes que en la zona comunista del planeta no podían permitirse. Y ese consumo provocó un crecimiento económico enorme en diferentes oleadas. A su vez, esa bonanza económica, y el temor a un aumento de las simpatías por el socialismo, provocaron el llamado “estado del bienestar” o “welfare state”, que supuso la adopción de algunas de las medidas, que hoy nos resultan tan familiares, como las pensiones o los subsidios por desempleo, además de una educación y una atención sanitaria gratuitas, por poner solo algunos ejemplos.

Sin embargo, la economía occidental ha tenido que soportar también los reveses propios de una crisis económica. Desde la II Guerra Mundial, dos han sido las más importantes, aunque no las únicas:

• En 1973, la subida del precio de los combustibles provocada por los acuerdos adoptados por los países exportadores de petróleo (OPEP) produjo una inflación desmesurada que condujo a una pérdida de poder adquisitivo muy elevada. Hablamos más de esta crisis en el itinerario mencionado más arriba.
• En 2008, la crisis de las hipotecas basura arrastró al mundo entero a una crisis financiera que condujo a una recesión económica mundial. Las hipotecas concedidas sin garantías suficientes, y la especulación bursátil realizada con esas hipotecas fueron las responsables. La consecuencia más evidente a largo plazo fue un aumento de la intervención del estado en materia económica.