De los merovingios a los carolingios
Los francos eran un pueblo bárbaro que se asentaron en la provincia romana de la Galia (la actual Francia). Desde el fin del Imperio Romano de Occidente se establecieron como el reino, pero fue un jefe militar anterior, Meroveo (450-458), quien daría el nombre de la familia merovingia como reyes de dicho territorio, cuando empezaron a destacar de forma más autónoma pues el Imperio estaba dando sus últimos coletazos.
Childerico I (457-481), hijo de Meroveo, fue considerado como el primer rey de una parte de este territorio. No obstante, fue Clodoveo I (481-511), supuesto nieto de Meroveo, quien se coronaría como rey de todos los francos e inició dicha dinastía de forma oficial. Este rey se convertiría al Catolicismo, comenzando un vínculo entre la monarquía y la religión, que acabará siendo muy característico de la Edad Media.
Esta dinastía conseguiría establecer el reino más grande de Europa Occidental tras una serie de conquistas de los territorios cercanos. Sin embargo, con el paso de los años, llegarían una serie de monarcas, denominados "reyes holgazanes" no tanto por su vagancia, como por la imposibilidad de gobernar o realizar nuevas acciones en el reino. Además, existía la figura del mayordomo de palacio quien era el que realmente gobernaba los dominios reales. Estos nobles, que actuaban como la mano derecha del rey, fueron asumiendo parcelas de gobierno y acabarían arrebatándoles el poder, estableciéndose como una nueva dinastía monárquica.
La nueva dinastía carolingia eran los mayordomos de palacio de varios territorios y su importancia empezó a destacar con Pipino de Heristal († 714). Sería su hijo, Carlos Martel (mayordomo desde 715 hasta 741) quien acabaría dando nombre a la nueva dinastía, sobre todo por su victoria en la batalla de Poitiers (732), que sirvió para frenar el avance musulmán desde la Península Ibérica. Fue tanta su importancia que seguiría gobernando hasta el fin de sus días a pesar de la muerte del rey Teodorico IV en 737.
El poder de los mayordomos carolingios era tal que gobernaban como reyes, salvo que no eran los elegidos para ello. Pipino el Breve (751-768) terminaría derrocando a Childerico III, último rey merovingio, y se proclamó rey de los francos en el 768. De esta manera, comenzaría la andadura de los reyes carolingios, cuyo máximo exponente sería Carlomagno (768-814), y que finalizó con el Tratado de Verdún (843) con la separación de los territorios del Imperio Carolingio entre Carlos, Luis y Lotario, nietos del gran emperador germánico.