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Contextualización histórica y geográfica

Un poco de historia

Con el estudio de este fenómeno, que tiene su representación mayoritaria en la lengua hablada y en menor medida en la escrita, los gramáticos han atestiguado que la igualación (neutralización) de los casos latinos es uno de los factores que contribuyen a explicar la aparición del leísmo, laísmo y loísmo. Otros estudiosos han presentado el leísmo como el resultado de hacer prevalecer el género (lengua castellana) frente a los casos (lengua latina) en los pronombres átonos de tercera persona. Las discusiones acerca de la corrección o incorrección del leísmo, laísmo y loísmo se remontan al siglo XVI y todavía perviven en la actualidad.

Para conocer un poco más información de los casos de la lengua latina, puedes acceder a estas páginas:

Fotografía del acueducto de Segovia
Wikimedia Images. Aqueduct (Pixabay License)

En relación con la lengua latina, los pronombres personales se pueden clasificar en seis grupos atendiendo a sus rasgos de caso:

  1. En caso nominativo (sujeto): yo, tú.
  2. En caso preposicional: mí, ti, sí, conmigo, contigo, consigo.
  3. En caso acusativo (CD): lo, la, los, las.
  4. En caso dativo (CI): le, les.
  5. Sin distinción entre acusativo y dativo: me, te, se, nos, os.
  6. Sin distinción específica de caso: nosotros/as, vosotros/as, usted/es, vos, él, ella, ello, ellos, ellas.

Ocurrió que el sistema de pronombres átonos del castellano, como se ve en el grupo quinto, no mantuvo la distinción que hacía el latín entre las formas de dativo (mihi, tibi, nobis, vobis) y las de acusativo (me, te, nos, os). Por dicho motivo empleó las formas de acusativo de primera y segunda persona para las variantes con dativo. La extensión de este proceso a la tercera persona se remonta al latín y prosigue en el romance.

Esta falta de distinción se produjo en dos direcciones:

  1. La dirección de utilizar los pronombres dativos propios del CI le/les (procedentes del dativo latino illi/illis) como si fueran acusativos para sustituir al CD. Este fenómeno pasará a denominarse leísmo. Por ejemplo, en el enunciado La policía encontró a Luis, en vez de pronominalizarlo con el pronombre propio de CD (La policía lo encontró), lo realiza así: La policía le encontró. En el leísmo se distinguen leísmo de persona (masculino), leísmo de persona (femenino) y leísmo de cosa.
  2. La doble dirección de:

2.1. Utilizar los pronombres femeninos acusativos propios del CD la/las (procedentes del acusativo latino illam/illas) como si fueran dativos para sustituir al CI. Este fenómeno pasará a denominarse laísmo. Por ejemplo, en el enunciado Juan dijo un secreto a su hermana, en vez de pronominalizarlo con el pronombre propio del CI (Juan le dijo un secreto), lo realiza así: Juan la dijo un secreto. En el laísmo se distinguen laísmo de persona y laísmo de cosa.

2.2. Y utilizar los pronombres masculinos acusativos propios del CD lo/los (procedentes del acusativo latino illum/illos) como si fueran dativos para sustituir al CI. Este fenómeno pasará a denominarse loísmo. Por ejemplo, en el enunciado Juan dijo un secreto a sus amigos, en vez de pronominalizarlo con el pronombre propio del CI (Juan les dijo un secreto), lo realiza así: Juan los dijo un secreto. En el loísmo se distinguen loísmo de persona y loísmo de cosa.

Extensión geográfica

Siluetas de dos personas en actitud dialogante acompañadas de signos de interrogación en color
Geralt. Man (Pixabay License)
  • Leísmo

El leísmo de persona (masculino) se ha extendido en España incluso entre los hablantes cultos. Se documenta en gran número de escritores contemporáneos, por lo que no se considera incorrecto. Se distribuye geográficamente de manera irregular y, aunque se origina en Castilla y se extiende desde el siglo XIII a casi toda España, lo hace en menor medida a Aragón y Andalucía. También se documenta este fenómeno en América (algunas regiones de Argentina, Venezuela, Paraguay, Colombia y Puerto Rico). Por ejemplo, Ana encontró a su hijo. > Ana le encontró.

El leísmo de persona (femenino), a excepción del utilizado con los verbos creer, obedecer, escuchar, ayudar y otros semejantes, se considera incorrecto. Esta forma se documenta en la zona centro y norte de España y también en el español de América. Por ejemplo, Los alumnos escuchan a la profesora. > Los alumnos le escuchan.

El leísmo de cosa se considera incorrecto y se documenta en distintas zonas geográficas en registros particulares de la lengua coloquial. Por ejemplo, Mañana traeré el juego. > Mañana le traeré.

  • Laísmo

El laísmo de persona es algo más frecuente que el de cosa. Ambos se extienden con dificultad en la lengua escrita, salvo en los textos en los que se pretende dejar patente el habla popular de zonas laístas. Se considera incorrecto en todos los contextos. Este tipo surge en Castilla en el siglo XIV, siendo posterior al leísmo y propagándose en menor medida. Hasta el siglo XIX no fue calificado como incorrecto por la RAE, por lo que se documenta en autores como Lope de Vega, Quevedo, Calderón, Teresa de Jesús, Tirso de Molina o Fernández de Moratín. A día de hoy persiste en algunas zonas de Castilla (Burgos, Ávila, Segovia y Valladolid), Cantabria y Madrid. Por ejemplo, Antonio dijo la hora a su profesora. > Antonio la dijo la hora. A esas rosas hay que cortarlas los tallos secos. En vez de A esas rosas hay que cortarles los tallos secos.

  • Loísmo

El loísmo no ha pasado a la lengua estándar en ninguna de las variedades del español: la RAE lo sanciona como incorrecto desde la primera edición de su Gramática (1771) y recomienda evitarlo en todos los niveles de la lengua. Se documenta a partir del siglo XIII y aparece en autores como Teresa de Jesús, Lope de Vega o Quevedo, aunque sin desarrollarse con fuerza en la literatura, frente a lo que ocurrió con el leísmo y -en menor medida-  con el laísmo. A día de hoy es poco frecuente en el español contemporáneo y no se suele dar entre personas cultas, aunque se documenta en zonas del norte de España y algunas minoritarias de América. Por ejemplo, No dieron tiempo a Pedro a reaccionar. > No lo dieron tiempo a reaccionar. Cuando el arroz está cocido, lo echas la sal. En vez de Cuando el arroz está cocido, le echas la sal.

Comprensión lectora

fotografía de una mujer anciana y un niño joven sentados sobre la hierba con actitud dialogante
Sasint. Grandmother (Pixabay License)

Para recapitular y ampliar lo estudiado, proponemos la lectura del artículo de la lingüista Lola Pons, "Eres leísta... y no lo sabes" (pincha en el título para poder iniciar su lectura).

Tras su lectura deberás responder a estas preguntas.

  1. ¿Con qué metáfora nos explica la autora cómo reconocer el leísmo? Resúmela con tus palabras.
  2. ¿Cuál es el tipo de leísmo más extendido y cuáles los más raros?
  3. ¿Cuáles son las causas históricas que dan lugar a la aparición del leísmo, laísmo y loísmo?
  4. ¿Cuál es la postura de la RAE acerca de estos fenómenos?
  5. La autora nos habla del leísmo del padrenuestro antiguo (“el pan nuestro de cada día dánosle hoy”). Pide a las personas más ancianas de tu familia que te reciten el padrenuestro y comprueba si en él aparece ese caso concreto. Escribe un texto en el que expliques la experiencia completa.

Expliquemos entre todos

Ilustración de un ser cuadrado explicando delante de una pizarra que tiene dibujada una bombilla
Manfred Steger. Pixel cells (Pixabay License)

Como tarea de creatividad proponemos la realización de un texto expositivo de los contenidos explicados acerca del leísmo, laísmo y loísmo, que deberás, además, complementar con la realización de una infografía para ilustrar tu exposición oral en clase. A su vez, desde el punto de vista del contenido, el texto deberá contener los siguientes elementos:

  • Historia, expansión y geografía del leísmo, laísmo y loísmo.
  • Exposición con todas sus partes: introducción, desarrollo y conclusión.
  • Características del leísmo, laísmo y loísmo.
  • Dos ejemplos de cada fenómeno.